domingo, 12 de diciembre de 2010

LEER, BEBER, Y ESCUCHAR...

“Hay vinos para soñar. Vinos para olvidar. Para recordar lo que ya no será y vinos para, quizás, hacer lo que un día recuerdes.
Hay vinos para ser pensados. Vinos para acompañarte, para dolerte y para salvarte.
Y claro.
Hay vinos para leer.”

Pero como no sólo de lectura vive el hombre, hoy decidí dejarles la letra de una canción de Alberto Cortez. Los vídeos que se encuentran en Internet son una serie de presentaciones Power Point que poca justicia le hacen a la canción, por ello les dejo un link de un lugar para escucharla.

“Sí señor... el vino puede sacar
cosas que el hombre se calla;
que deberían salir
cuando el hombre bebe agua.

Va buscando, pecho adentro,
por los silencios del alma
y les va poniendo voces
y los va haciendo palabras.

A veces saca una pena,
que por ser pena, es amarga;
sobre su palco de fuego,
la pone a bailar descalza.

Baila y bailando se crece,
hasta que el vino se acaba
y entonces, vuelve la pena
a ser silencio del alma.

El vino puede sacar
cosas que el hombre se calla.
Cosas que queman por dentro,
cosas que pudren el alma
de los que bajan los ojos,
de los que esconden la cara.

El vino entonces, libera
la valentía encerrada
y los disfraza de machos,
como por arte de magia...
Y entonces, son bravucones,
hasta que el vino se acaba
pues del matón al cobarde,
solo media, la resaca.

El vino puede sacar
cosas que el hombre se calla.
Cambia el prisma de las cosas
cuando más les hace falta
a los que llevan sus culpas
como una cruz a la espalda.

La puta se piensa pura,
como cuando era muchacha
y el cornudo regatea
la medida de sus astas.

Y todo tiene colores
de castidad, simulada,
pues siempre acaban el vino
los dos, en la misma cama.

El vino puede sacar
cosas que el hombre se calla.
Pero... ¡qué lindo es el vino!.
El que se bebe en la casa
del que está limpío por dentro
y tiene brillando el alma.

Que nunca le tiembla el pulso,
cuando pulsa una guitarra.
Que no le falta un amigo
ni noches para gastarlas.

Que cuando tiene un pecado,
siempre se nota en su cara...
Que bebe el vino por vino
y bebe el agua, por agua."


viernes, 3 de diciembre de 2010

TEMPRANILLO AL MEDIODÍA

Sin lugar a dudas que estamos en la puerta de la época del año más linda en este lado del mundo. Es poco probable que exista un mejor comienzo de diciembre, días que merecen ser disfrutados. El maridaje de hoy será uno de los más frescos que he publicado, pero al mismo tiempo, algunos amantes fundamentalistas del vino no estarán de acuerdo con la elección. Con respecto al autor, creo que tiene la soltura necesaria para disfrutar de cada copa y de cada día que nos aguardan en los próximos meses.

Sin dar muchas más vueltas presento al primer integrante de este maridaje. Se trata del autor argentino Julio Cortázar. Representante del realismo mágico fue maestro de los cuentos cortos pero impactantes. Nació en Argentina en 1914 y murió en Francia en 1984. Entre las decenas de obras que realizó, las más conocidas son La Rayuela, Casa Tomada, La isla a mediodía, Instrucciones para subir una escalera (sumamente recomendable).

El vino que hoy engalanará esta combinación, para la cual usaremos La isla al mediodía, será el Tempranillo Reserve Rosado 2008 Don Pascual, de la bodega Juanicó. Muchos estarán pensando que un vino rosado no amerita ser considerado, ya que no cuentan con buena publicidad y se los relaciona con vinos flojos, sencillos y prescindibles. Sin embargo todo esto está muy alejado de la realidad. Los vinos rosados pueden ser sumamente nobles, habiendo grandes exponentes en el mundo y en nuestro país.

La historia de La isla al mediodía trata acerca de Marini, un aeromozo que un día, exactamente al mediodía, descubre sobre el Mar Mediterráneo un islote con forma de tortuga, que de a poco lo comienza a enamorar y lo llega a obsesionar. Cada vez que el avión en el que le toca trabajar pasa por esa ruta, él trata de sacarle fotos o averiguar cada vez más sobre esa misteriosa isla. Tras varios días de investigación descubre que se trata de Xirox, una pequeña isla griega fuera del circuito turístico. “El loco de la isla”, como lo llamaban los pilotos, se enamoró de un lugar que no conocía y que finalmente pudo visitar.

Muchos creyeron una locura su intención de ir de vacaciones a una isla que aparentaba tener unas pocas casas, cuyos habitantes hablaban en un idioma ajeno y vivían de la pesca y unas pocas plantaciones. Esa tenacidad le permitiría tranquilamente pedir con orgullo un vino rosado como el que nos acompaña. En la nariz hallaremos aromas exóticos, algo de manzana y cereza, pasando por el jengibre. Son aromas que nos llevan a una playa desierta con una gran compañía, en el caso de Marini, el cielo interminable y los habitantes del lugar, a los aromas sutiles de los matorrales cercanos al mar en el que decidió quedarse a vivir para siempre en esa isla. Al aroma de “Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y la salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar”.

Marini trataba por todos los medios de “matar al hombre viejo”, de no estar pendiente de la hora, de ese mediodía donde su avión, el avión de sus compañeros de trabajo pasaría por la isla. Pero esta historia, como muchas de las de Cortázar tiene un toque de acidez. Moderado y fresco como el del Tempranillo apenas llega a la boca. Al mirar el avión pasando por encima de la isla, vio como repentinamente caía en picada hacia el mar. Su vida antigua se moría ante sus ojos. Desesperado corrió colina abajo para observar el accidente y tratar de salvar a quien pudiera. El avión se hundía irremediablemente en un mar silencioso. Nadó hasta donde pudo y logró alcanzar una mano que salía del agua. Lo remolcó hasta la orilla y descubrió que era tarde, la muerte estaba instalada en ese rostro. La herida “era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que él ya no era capaz de oír”.

Cuando llegaron los habitantes del lugar, se reunieron alrededor del cuerpo sin comprender cómo había logrado llegar a la playa. “Ciérrale los ojos” dijo una de las mujeres. Miraron al mar pero no había ningún rastro de otro sobreviviente. “…como siempre, estaban solos en la isla y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar”.

Marini de cierta forma cumplió su sueño. Llegó a la isla en su mente primero y en su cuerpo después. El final de su viaje sería en el lugar que él hubiera elegido aunque no de la forma deseada. Sus sueños se cumplieron, él conoció a la gente que lo enterraría, y creo que eso lo hizo muy feliz en su último aliento. El resto de la tripulación y los pasajeros tal vez estén en otras islas, ciudades u hogares. Quizás donde uno decida morir no tiene que coincidir con el lugar donde se encuentre nuestro cuerpo, aunque en el caso de Marini logró que fuera así. La historia queda en nuestra memoria algo más de lo que el Tempranillo queda en nuestro paladar. Pero ambos piden volver a probarlos, a sentirlos, para descubrir otros secretos escondidos esperando por nosotros, para disfrutarlos en mente y cuerpo.

Para terminar este maridaje, que tiene en su final una dulce tristeza, usaré otro pequeño cuento de Cortázar que me parece muy útil para todos, ya que de llegar a la situación de tener que llorar (que todos hemos pasado y pasaremos), lo mejor es hacerlo con estilo.

Instrucciones para llorar.

"Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos."

viernes, 26 de noviembre de 2010

MUCHO SIMBOLISMO Y UN GRAN VINO

El maridaje de hoy es uno que hace tiempo que estaba esperando, porque se trata de un libro que me gusta mucho y necesitaba un vino que lo acompañara. Pero obviamente no podía ser cualquier vino, sino uno que tuviera la dulzura, la tristeza, la magia, los paisajes y los misterios que tiene el libro elegido. A muchos no les gustará (varios de ellos sin haberlo leído), pero creo realmente que El Señor de Los Anillos es una de las mejores obras de literatura fantástica que se han realizado.

Para el maridaje de hoy usaré el primer libro, llamado La Comunidad del Anillo. Tal vez muchos están pensando en la película, pero la misma no es fiel representante del libro (como casi siempre). Hay un montón de magia dentro del libro que no fue llevada a la pantalla, tal vez para no arruinarla, tal vez porque no había forma de hacerlo.

Muchos renegarán de este libro por considerarlo literatura liviana, sin embargo es tal la cantidad de referencias y simbolismos que contiene que ha sido objeto de grandes estudiosos de la literatura. La mitología nórdica y griega se entrelazan con referencias bíblicas que hacen de este libro un muy buen exponente de este tipo de literatura. Los mismos que reniegan de este libro muchas veces son fanáticos de El Principito, con gran razón ya que es un excelente libro, pero sigue siendo literatura fantástica.

La variedad que lo acompañará hoy será el Syrah (también escrita Shiraz). Si bien es difícil lograr con ella grandes vinos, cuando se consigue, como en el caso del Bianchi DOC Syrah 2006 de bodegas Valentín Bianchi se logra un muy buen exponente de esta cepa, que es la tercera en popularidad a nivel mundial luego del Cabernet Sauvignon y el Pinot Noir (entre las tintas obviamente).

Ante todo, este libro está plagado de dulzura. Con algunos ribetes ácidos durante el transcurso de la trama. J. R. R. Tolkien combinó varias mitologías para lograr esta serie de libros donde humanos, elfos, enanos y hobbits luchan contra las fuerzas del señor oscuro con el fin de salvar Tierra Media. Cada una de estas especies, con sus contrastes hacen que el grupo, La Comunidad del Anillo sea mucho más que la suma de sus integrantes.

Será tal vez la suma de lo artesanal de su cosecha manual, su fermentación clásica o su pasaje por barricas de roble tanto americanas como francesas de tostado medio que hacen de este vino tan especial. Su sabor, si bien es un vino seco tiene un toque dulzón que lo hace muy agradable. Su aroma recuerda a guindas y cerezas, las cuales seguramente serían muy bienvenidas por Frodo y Sam, los dos personajes principales y encargados de destruir el anillo.

La mayor diferencia entre este primer libro y la película sea la ausencia en esta última de un personaje lleno de magia llamado Tom Bombandil. Él no sólo controla los bosques que lo rodean sino que además no es afectado por la malicia del anillo. Este invita a los cuatro hobbits que comienzan la travesía y los hace sentir cómodos y confiados. Cuando este vino llega a la boca y se despliega de forma impactante, con un toque claro de roble y sabores complejos pero dulces nos hace sentir relajados, sabiendo que en ese momento estaremos bien. Su pasaje es duradero y nos genera una sensación de bienestar que merece otro sorbo, con taninos que se sienten pero están muy aterciopelados y con una leve acidez que lo hace muy fresco para ser un tinto.

Su color es muy oscuro como las noches que albergaron a los aventureros de este libro o las que nos permitirán a nosotros disfrutar alguno de los dos elementos. Oscuro como las intenciones del creador de un único anillo para controlar a todos, especialmente a los hombres y su codicia. Pero intenso como la valentía de un pequeño personaje decidido a terminar con esta historia y traer la paz definitiva a Tierra Media.

Este verano que se viene por estos lados invita a llevar adelante este maridaje. Por más que este Syrah sea un vino tinto, es un vino con gran frescura y que merece ser disfrutado al atardecer. Puede acompañar un asado si queremos un vino de buen cuerpo pero que no tenga la aspereza de un Tannat. El libro es casi obligatorio en las maletas que se arman para las vacaciones, junto con algún libro liviano y otro más profundo. Si nunca fue leído merece serlo, y si lo fue seguramente se descubra algo nuevo o se vea un paisaje o una sensación de forma diferente.

Mientras lo tomamos seguimos descubriendo sus secretos, al igual que en el libro, cuando vamos hallando las diferentes aristas de los personajes y los inmensos paisajes llenos de vida pero frágiles, a merced de la voluntad de quienes los habitan. Los misterios del anillo y su simbología se van dejando ver a lo largo de las páginas, si bien en algún momento puede parecer complejo deja paso a una experiencia completa.

Si bien todos los libros se desarrollan según nuestra imaginación, creo que es en este caso donde más sucede. Los personajes fantásticos e increíbles saltan de página en página trayéndonos a la memoria antiguos cuentos que hemos leído, referencias mitológicas y hasta bíblicas. El Syrah DOC 2006 de Bianchi trae a la memoria momentos buenos y divertidos. Amores y poesías, canciones y dulzura. El fondo ahumado y especiado de su aroma nos lleva no sólo a las cenas en La Comarca, hogar de los hobbits, sino a comidas caseras de nuestra infancia y las vastas llanuras de Tierra Media. Los aromas de El Pony Pisador o las casas de los maravillosos y puros elfos.

Creo que no es suficiente lo que pueda escribir para dar una leve idea de cualquiera de los dos elementos de este maridaje. El libro como lo he dicho es tan rico que no pudo ser reflejado del todo en una película con un presupuesto multimillonario. Este vino es tan complejo pero a la misma vez tan sincero que merece probarlo cien veces, sabiendo que cada vez nos otorgará un nuevo secreto. Por ello mismo, al igual que siempre pero más que nunca invito a disfrutar ambos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

EL VINO QUE TOMABAN EN LA PULPERÍA DEL TATÚ

Comienzan los días de verano, y todos queremos estar en la costa disfrutando de unas merecidas vacaciones. El despeje absoluto es el objetivo de cualquier descanso, por eso elegí para este maridaje dos elementos que nos relajen y refresquen nuestro paladar y nuestra imaginación.

El libro que hoy adornará este maridaje es de un autor muy nuestro nacido en el departamento de Treinta y Tres. Entre tantas obras que realizó, elegí una en particular que rememora momentos de mi infancia. Me refiero a Las Aventuras de Juan el Zorro de Serafín J. García. Para quien jamás lo haya leído, le recomiendo tomar como excusa algún sobrino o ahijado pequeño para poder tomar contacto con esta serie de fábulas en torno a un pícaro pero entrañable personaje. Es un ser simpático y muy hábil en todas sus empresas. Su alter ego, su enemigo es el tigre. Torpe, vanidoso, déspota con todos.

En el correr de las páginas aparecerán muchísimos animales de nuestra fauna autóctona, tanto mamíferos, aves y reptiles. Todos ellos simbolizan a alguien que conocemos. Está el Tatú codicioso, la Comadreja ladrona, el Loro lengua larga, el Perro milico, etcétera. Algunos ya deben estar dudando de la validez de utilizar una fábula, pero es un género literario de más de 2500 años con autores de la talla de Esopo.

Pero, ¿cuál es el vino que acompañará? Es una cepa poco desarrollada en Uruguay, pero que una bodega en particular lo logró hacer muy bien hace más de 60 años. Un reciente cambio en la imagen hace que hoy esté escribiendo un maridaje que surgió por sí mismo. Me refiero al Riesling Cuna de Los Cerros de San Juan (antiguo San Juan Riesling). ¿Por qué es tan evidente el maridaje? Porque desde hace unos meses, la bodega tiene una línea de seis vinos varietales en los que, desde sus etiquetas, seis aves autóctonas distintas nos observan. Quien engalana la botella del Riesling Cuna es la Calandria, una de las más dulces melodías que podemos escuchar en nuestro país tanto en el campo abierto como en la pulpería a la que Juan el Zorro solía ir a tomar algunas cañas junto al resto de los animales del lugar.

Las Aventuras de Juan el Zorro se dividen en treinta pequeños cuentos, donde vamos conociendo al personaje y sus peripecias. Desde el comienzo Juan el Zorro se nos presenta como un ser aventurero que “cierto día decidió abandonar el pago natal y salir a correr mundo, en busca de horizontes más propicios”. Sin duda que aquellos primeros aventureros que trajeron esta cepa alemana a nuestro país sintieron algo muy parecido, y por suerte en ambos elementos de nuestro maridaje, el horizonte que alcanzaron está a nuestro alcance para disfrutarlo y brindar por ello.

Lo que cualquier gaucho que se aprecie de tal necesita para comenzar sus aventuras es un buen compañero de ruta. Para ello Juan el Zorro recurre a su ingenuo pero cálido amigo como es el Ñandú, de igual forma, este Riesling se acompaña de gran forma con los días que están por venir, buen compañero de la playa y la brisa del mar. Su sabor es propio del verano y la naturaleza, a frutas blancas y vegetales. Tiene un toque de acidez que nos deja una sonrisa, como la picardía tras la mirada de Juan el Zorro. La paleta de colores está tomada de las postales de nuestra campaña, con un tono muy limpio con aristas verdosas.

Es un vino que seguramente cautivará a muchos, aunque más de un Tigre soberbio lo rechace por ser un vino blanco, pero no tardará en aparecer un Zorro que lo descubra sin miedo y luego sea envidiado en silencio por el terco felino.

Esta línea de vinos es un homenaje a la naturaleza, la misma que sirvió de inspiración a Serafín J. García para que pusiera al frente de una pulpería a un viejo Tatú, y en sus mesas a un Carpincho veterano y un Carancho presumido. Un Tigre Overo y un León Bayo como candidatos políticos de la región, en una elección donde comienza la relación entre Juan el Zorro y el Tigre. Este último, ávido de votos toma en sus brazos a Juan como su ahijado (una tramoya del zorro) con tal de obtener dos papeletas más en los comicios, pero como toda voluntad que se quiere comprar, se puede dar vuelta en un instante. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

Es interesante observar que es tal el respeto del autor por la fauna autóctona que todos los animales están escritos con mayúscula en el libro.

Debemos esperar mucho para encontrar la Calandria en el libro, e incluso cuando aparece, lo hace humildemente mientras observa una payada que llevan adelante dos Zorzales. Esa actitud se repite al servir el vino en la copa y probarlo, sintiendo que a pesar de ser un vino seco, es tan disfrutable que pide con un melódico canto volver a probarlo. Seguramente Juan el Zorro hubiera cambiado la grapa por este vino, siempre y cuando lo hubiera podido conseguir gratis. Lo que no tenía de riquezas lo tenía de habilidad para desarrollar tramoyas en las cuales alguien terminara invitándolo o directamente siendo robado por él. A pesar de todo, nunca robó a un animal inocente, y cada víctima lo fue de sí misma. De su codicia, su altanería, su egoísmo, su exacerbada curiosidad, etcétera. Por ejemplo en la primera visita de Juan el Zorro a la pulpería, cuando nota la codicia del Tatú, el cual en la puerta de su negocio tenía un cartel que rezaba:

“No dentre a esta pulpería
sin darse por enterao,
que si hay sol vende al contao
y si es de noche no fía”

Juan decide conseguir comida a costa del Tatú, y pone en su contra su propia avaricia, ya que es buena costumbre ayudar al estómago vacío de un gaucho andante. Lo engaña fácilmente y se libera de él pudiendo conseguir toda la comida y bebida que pudiera llevar.

Las mayores aventuras de Juan el Zorro se dan gracias a la complicidad de la soberbia del Tigre, quien odia a Juan no sólo porque continuamente lo deja en ridículo, sino por su inteligencia y habilidad, dos características que el felino desconoce. Es un personaje que todos nosotros podemos reconocer en más de un conocido. Alguien que tiene dinero pero cero encanto ni talento, que sólo su status lo hace compañero de alimañas arrastradas y traicioneras, como el Cuervo, el primero en aparecer cuando hay que festejar tontas ocurrencias pero el primero también en desaparecer cuando el bolsillo se cierra. El Tigre durante varios capítulos lucha e intenta atrapar a Juan, luego de haber sido engañado por éste, pero cada vez obtiene un peor resultado. Su sentido común es mínimo, por lo que sigue cayendo capítulo tras capítulo en los engaños de Juan.

En el capítulo en que aparece la Calandria, el Tigre es ridiculizado en una payada mano a mano con Juan en la pulpería del Tatú (quien ya perdonó a Juan por la lección tan clara que le brindó). El Tigre, que ahora trataba de que su venganza no fuera física, sino más bien sicológica como la mayoría de los castigos de los que fue víctima por parte de Juan, creyó ser capaz de ridiculizarlo mediante una payada ante un auditorio compuesto por integrantes de la misma orquesta que tocó en el cumpleaños de la Comadreja: “el Cardenal, el Jilguero, la Calandria, el Grillo, el Boyero, la Chicharra, la Rana, el Mangangá, y otros muchos cantores y músicos de diferente categoría”. El Tigre con tono arrogante comenzó diciendo:

Si hasta el Sabiá cierra el pico
cuando me pongo a cantar,
y no da ni pa empezar
conmigo ningún Boyero,
no será un Zorro guasquero
el que me gane a payar.


Juan el Zorro, irónico como siempre y muy ingenioso le contestó rápidamente:

No bastan las uñas largas
pa ser un güen guitarrero,
ni basta nacer overo
pa ser Tigre de verdá.
Tiene más plumas el Chajá,
pero es más pájaro el Tero
.”

El Tigre, indignado y borracho se lanzó con todo:

Decíme, si sos tan léido,
por qué razón Tata Dios
habiendo dao cola al Chancho
hizo al Carpincho rabón
”.

Juan sonrió sabiendo que comenzaba a ganar la batalla, y tiró sin demorar:

Dios hizo al Chancho de barro
y después que se secó
lo revolió de la cola
y a un pantano lo tiró.

Mandinga quiso imitarlo
pero como era chambón
al revoliar su cochino
la cola se reventó.

Cuadró que por ayí cerca
corría un arroyo cantor.
El bicho jue a parar al agua…
y así el Carpincho nació.


Juan estaba extasiado por su victoria, pero aburrido por lo fácil que resultaba, así que decidió terminarla con los siguientes versos que sirven tanto para su oponente de payada, como para ese Tigre conocido que todos tenemos. El maridaje de hoy termina por aquí, con unos versos que van dedicados a quien le quepa el poncho.

Tata Dios cuando nos hizo,
nos dio un arma a cada cual
pa defender el pellejo
cuando nos viésemos mal.

Al burro, juerza en las patas,
al Venao, la agilidá
guampas filosas al Toro
y lanceta al Mangangá.

Pero hay uno entre nosotros
-sin duda el más animal-,
que porque tiene dinero
cré tener habilidá,
como si eso juera cosa
que se pudiera comprar.
Si usté me dice su nombre
yo me entregó. ¡Ni qué hablar!




lunes, 8 de noviembre de 2010

UNA AVENTURA QUE SURCA LOS MARES

Para este primer maridaje de noviembre y la segunda entrada del mes nos iremos directamente al mar. Uno de los componentes de la combinación de hoy recibe su nombre gracias a una pequeña parte de nuestra historia, más específicamente, de la historia de nuestro río ancho como mar. El otro elemento de este maridaje viene desde mares al otro lado del mundo.

El libro de hoy es de Emilio Salgari, un escritor italiano de la segunda mitad del siglo XIX. Estoy hablando del libro Sandokán, la primera novela protagonizada por ese personaje. Es un príncipe de Borneo que decide dedicarse a la piratería con el nombre de “Tigre de la Malasia”. No elige este camino para apoderarse de tesoros, sino para vengarse del imperio británico que lo sacó de su trono y asesinó a su familia.

Un siglo antes de las aventuras de este príncipe, se hundía en las costas de Montevideo, más precisamente frente al barrio costero Punta Gorda, un galeón español con un gran cargamento de oro y plata. El cargamento, objetivo de los piratas que lo hundieron se considera uno de los diez mayores tesoros sumergidos en el mundo. Para aquellos que aún no sepan cuál es ese barco, se trata de El Preciado, el cual fue homenajeado por la bodega Castillo Viejo en un tinto de corte de alta gama. Para este vino cosecha 2002 se utilizó un cincuenta y seis por ciento de Cabernet Franc, un veinte por ciento de Merlot, un dieciocho por ciento de Tannat y un seis por ciento de Cabernet Sauvignon.

Hecha la presentación, comienzan los factores que hacen que este vino y el libro en cuestión mariden perfectamente. Por supuesto que el nombre y la presencia del galeón en la botella hacen que la relación con piratas o flotas mercantes a vela nazca inmediatamente. Pero más allá de eso está la aventura. Si bien en un caso está en riesgo mucho más que el otro, pero se necesita valentía para surcar los mares del sudeste de Asia, o para generar un corte de alta gama, con la esperanza que todo el esfuerzo (no sólo económico, sino de las expectativas puestas en el vino) valga la pena. Por suerte una vez más nos encontramos con un vino uruguayo que no es la excepción, y Castillo Viejo logró un gran vino que por ejemplo, ganó en su categoría en el concurso “El consumidor elige” del “XV Salón Nacional del Vino”.

El autor describe a Sandokán de la siguiente forma: “Era alto, vigoroso, de robusta musculatura, facciones enérgicas, feroces y de rara belleza”. Esta descripción se podría utilizar perfectamente como alegoría para describir lo que se siente en boca cuando este gran vino pasa por ella. Su volumen y untuosidad hacen que la primera impresión sea de un vino sublime, como esas personas que al entrar a un lugar lo llenan con su presencia, justamente como un príncipe alto y de facciones enérgicas. Los taninos están presentes, pero algo dulces y muy gentiles, propios de la caballerosidad de un pirata que supo ser de la realeza. El Preciado de Castillo Viejo promete durar mucho, tanto o más que las aventuras de nuestro personaje.

Es un vino orgulloso, seguro de lo que puede brindar y de lo que es. Sus casi dos años y medio de añejamiento (catorce meses en barrica y quince en botella), la combinación entre barricas de roble americano y francés con diferentes tostados y de diferentes tonelerías, le otorgan a cada botella una presencia que merece ser presentada con grandeza. De igual forma se presenta Sandokán diciendo: “Hay un hombre que impera sobre los mares que bañan las costas de las islas malayas, un hombre que es el azote de navegantes, que hace temblar a las gentes y cuyo nombre suena como una campana fúnebre. ¿Has oído hablar de Sandokán, llamado también el Tigre de la Malasia? Mírame la cara. ¡El Tigre soy yo!” La bodega Castillo Viejo está en condiciones de clamar por tener un vino que se destaca en la mesa o en cualquier cava, que a pesar de su tiempo sigue con la energía de un joven, que desafía los sentidos dejando misterios en la boca y la nariz, para seguirlo conociendo, que a pesar de probarlo cien veces, siempre mostrará una nueva sorpresa.

Sus aromas son complejos y exóticos. Se puede sentir tonos de chocolate y vainilla, con destacados matices frutales y especiados, como clavo de olor. Aromas de las tierras de Yañez, el ayudante portugués de nuestro personaje. Quizás aromas de las maderas que formaban su orgulloso barco, o tal vez propios de los tupidos bosques en los que Sandokán se escondía para escapar de los ingleses, o de quienes no querían su relación con Mariana, su gran amor.

Su color es púrpura con ribetes violáceos, oscuro como los ojos del príncipe despojado de su reino, pero con la vivacidad de quien tiene un objetivo. Al mismo tiempo posee una profundidad propia de un alma noble como su contenido y nuestro héroe. Tal vez esas noches en las que con su barco surcaba los mares en busca de una de las tantas islas de los mares de Malasia, tenían la oscuridad y el brillo propios que encontraremos en cada copa de El Preciado.

Un vino como este, sea cual sea la bodega no puede nacer sin ayuda del amor a lo que se hace y a lo que brinda la naturaleza. Ese amor que derrota hasta a la venganza más deseada. Sandokán, a pesar de perderlo todo frente a los ingleses y entender que “no soy pirata por avidez, soy justiciero, el vengador de mi familia y de mi pueblo, nada más”, encontró en unos ojos azules como el mar que acunó a El Preciado y al barco de nuestro héroe, el amor que le hizo dudar de sus propósitos: “Si quieres iré a destronar a un sultán para darte un reino; si deseas ser inmensamente rica, saquearé los templos de la India y de Birmania para cubrirte de diamantes y de oro… si me pides que renuncie para siempre a mis venganzas y que el pirata desaparezca, incendiaré mis praos para que nadie pueda piratear, despediré a mis hombres e incendiaré mis cañones. Habla, dime lo que quieres”.

Los dos componentes del maridaje de hoy merecen respeto y tiempo. Respeto porque se lo han ganado y tiempo porque es la mejor forma de disfrutarlos. Un vino como este debe ser decantado o al menos permitirse airear para que brinde todo de sí. Este libro merece tiempo, para entender que muchas veces intentar devolver el daño que se nos ha causado es bajeza de espíritu, que siempre será vencido por nobles sentimientos, y nobles vinos como El Preciado de Castillo Viejo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

BORGES Y EL VINO


Para comenzar noviembre no haré un maridaje sino una introducción a un autor y su relación con el vino. Si uno piensa en literatura argentina, automáticamente surgirá el nombre de Jorge Luis Borges. Este post se relaciona con el anterior, ya que Quino lo conoció y hasta le preguntó por el origen de una palabra en una feria de literatura de las de antes.

Él además era un gran consumidor de vino, y entre innumerables obras (alguna de las cuales esperamos maridar algún día en este blog) realizó dos poemas en honor a esta mágica bebida. Considera al vino como una conexión entre las diferentes culturas a lo largo de la historia, que se mantiene más allá del tiempo.

Pero para no analizar tanto y disfrutar sin estructurar tanto poemas que surgieron de lo más profundo de uno de los grandes de la literatura mundial, les dejo los dos poemas de hoy.



Al vino.


En el bronce de Homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazon del hombre.


Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el riton del griego el cuerno del germano.


En la aurora ya estabas. A las generaciones
les diste en el camino tu fuego y tus leones.


Junto a aquel otro río de noches y de días
corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,


vino que como en Éufrates patriarcal y profundo
vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.


En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
una roja metáfora de la sangre de Cristo.


En las arrebatadas estrofas del sufí
eres la cimitarra, la rosa y el rubí.


Que otros en tu Leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.


Sésamo con el cual antiguas noches abro
y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.


Vino del mutuo amor a la roja pelea,
alguna vez te llamaré. Que así sea.




Soneto del vino



¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa


conjunción de los astros, en qué secreto día


que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa


y singular idea de inventar la alegría?


Con otoños de oro la inventaron. El vino


fluye rojo a lo largo de las generaciones


como el río del tiempo y en el arduo camino


nos prodiga su música, su fuego y sus leones.


En la noche del júbilo o en la jornada adversa


exalta la alegría o mitiga el espanto


y el ditirambo nuevo que este día le canto


otrora lo cantaron el árabe y el persa.


Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia

como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

lunes, 25 de octubre de 2010

DESDE ARGENTINA SIN CORTES

Lamentablemente la semana pasada no pude publicar nada, por eso quise volver con mucha fuerza. El maridaje de hoy es muy particular y uno de los que tendrá mayor subjetividad por mi parte. En una época donde somos bombardeados con noticias y contenidos del vecino país, me pareció interesante recurrir a nuestros amigos argentinos para el post de hoy.

Son (y serán) eternas las discusiones acerca del origen de Gardel, el Dulce de Leche, las Empanadas, el Tango y muchas más. Pero para escapar de esos tópicos fui a dos elementos muy característicos del país del que nos separa un río ancho como mar. El vino como muchos se pueden imaginar es un Malbec, pero el libro que elegí tal vez sea una sorpresa. El acompañante ideal de esta cepa francesa perfeccionada en Argentina es el último libro de uno de los mayores genios del siglo XX, me refiero a Joaquín Salvador Lavado, conocido por todo el mundo como Quino.

Quino se hizo famoso gracias a Mafalda, pero posee en su haber decenas de otros libros de humor gráfico donde la protesta social y la preocupación por el presente y el futuro del planeta son enormes. El último publicado se titula “La aventura de comer”, y según el propio autor en una entrevista publicada hace un par de años “Este libro no habla sobre el arte culinario, no es livianito, se trata de un texto con trasfondo político social, como todo lo que yo hago. El título es porque considero que hoy, aunque siempre lo ha sido, comer es una aventura. Ahora las aventuras son voluntarias o involuntarias, algunas resultan un placer y otras un peligro”. La primera relación entre el autor y el vino es que es un fanático del mismo, como lo indica en esa misma entrevista “El vino me apasiona, pero cada vez lo están haciendo más porquería”. Como decía anteriormente, el Malbec, una cepa olvidada en Francia fue estudiada por los enólogos argentinos logrando muy buenos exponentes.

El vino seleccionado es el Malbec de Estancia Mendoza, el cual comienza seduciendo con una relación calidad precio irrisoria, no sólo en este vino sino en toda la línea de la bodega. El famoso enólogo francés Hervé Joyaux Fabre dijo en una nota en la BBC que la Malbec mendocina es la mejor del mundo, por ello podemos estar seguros que nuestra compra valdrá la pena.

El color es de un rojo oscuro con tonalidades púrpuras y violáceas en los bordes de la copa. Seguramente estaría servido en cualquiera de las copas que los personajes del libro sostienen en diferentes circunstancias, desde aquellos que festejan una ocasión romántica hasta los que intentan ahogar las penas por un amor que dice adiós.

Las páginas trascurren entre ocurrencias que denuncian el hambre en el mundo, la suciedad y mezquindad del hombre. También hay espacio para la imaginación más desenfrenada del autor, convocando los estereotipos que tenemos acerca de determinada alimentación extranjera o las verdaderas intenciones que tiene aquel que pide para comer.

La visión del mozo y los cocineros, muchas veces relegados y olvidados por nosotros cuando nos levantamos de la mesa también se halla presente en este libro de forma divertida y dramática, desde aquel que teniendo que estar todo el día sonriente sin importar qué, se descarga con su inocente familia; hasta otro que es despedido mientras establece su queja “Si en cualquier libro de Gabriel García Márquez se incendia el agua, o las cebollas se transforman en mariposas, eso es “realismo mágico”; aquí, se quema una omelette, o aparecen moscas en la comida, eso es “está despedido, imbécil”!!!” Seguramente los somelliers que recomienden este vino serán felicitados por todos, siempre y cuando ayuden a acompañar no sólo este libro sino también carnes y pastas fuertes.

La reflexión del hombre más sencillo tiene lugar en este libro, en una escena donde vemos a varios trabajadores de un frigorífico mientras uno de ellos, con un corte de carne en la mano realiza el siguiente monólogo: “Carne, carne; he aquí que esto somos! ¿Cómo puede ser ella madriguera de nuestros más bajos instintos y a la vez sublime morada de nuestros más nobles sentimientos? ¡Tal vez un día la afilada hoja de la razón nos abra en dos como a estas reses para poder así vernos por dentro y nos sea develado finalmente el misterio!”

Tal vez sin tanta eficacia, un sencillo fanático del vino encontrará en cada copa de este Malbec de Estancia Mendoza aromas a frutos rojos, hierbas y algo de madera nueva. Nos llevará a bosques y días cálidos. Ojalá un día podamos argentinos y uruguayos sentarnos a tomar un Malbec y un Tannat y olvidarnos por un rato de disputas sin sentido. Que el sonido de nuestras copas tape el de cortes innecesarios e insultos basados en unos pocos.

El arte tiene lugar en este maridaje. Los homenajes a Botero están presentes en este libro. Este vino, al igual que todos los vinos es un arte en sí mismo. Llegar de una serie de racimos a vinos sublimes es una obra de arte similar a las de Botero. Él necesitaba inspiración, talento, creatividad, buenos materiales y una pizca de fortuna para tener éxito. La diferenciación es esencial, el pintor colombiano decidió retratar personas obesas a diferencia de otros artistas, Estancia Mendoza se diferencia en el precio, manteniendo una gran calidad en cada botella.

El amor por la cocina y sus ingredientes se puede ver en el dibujo que ilustra este maridaje, cuando los cocineros se despiden de un cerdito que pasará a formar parte del menú. La alimentación de la imaginación junto con la del cuerpo alzan la voz pidiendo que la gente pueda comer bien. En otra entrevista Quino espera que algún día todos los niños del mundo tengan al menos la posibilidad de comer comida chatarra, cosa que hoy no sucede.

Al terminar el libro permanece en la boca una sonrisa pero en la mente muchos pensamientos. Quino nos llama la atención haciéndonos reír, nos hace pensar y reflexionar a través de la alegría. Nos muestra la realidad sin que nos genere rechazo, ya que hay mucha humanidad en cada una de las viñetas. El Malbec de Estancia Mendoza permanece en boca despidiéndose lentamente, confirmando que fue una buena elección. En mi más que pequeña opinión, el maridaje de hoy recoge dos de las mejores cosas de tantas buenas que han venido desde el otro margen del plata.

martes, 12 de octubre de 2010

ÚNICO HASTA EL FINAL

Llega el segundo maridaje de octubre cortando con la hegemonía de los vinos blancos de las últimas tres ediciones. Esta vez subiré un poco más la apuesta para generar un maridaje entre dos elementos que presentan un poco más de complejidad que otros que hemos visto hasta ahora.

La lectura del día de hoy será una obra de teatro, no la primera en este blog (Romeo y Julieta de Shakespeare ya fue protagonista) pero si tal vez un poco más pesada de leer, pero sumamente disfrutable y con una temática que se puede considerar actual.

Quien lo acompañará será un vino que muchos consideran difícil de catar, pero al igual que el libro será muy agradable una vez se superen las primeras barreras que encontremos.

Sin más demoras, el maridaje de hoy estará constituido por el Pinot Noir Reserva 2006 de Toscanini y la obra El Rinoceronte de Eugéne Ionesco.

Es muy difícil hacer un resumen de una obra como esta, en la que cada cual podrá darle un significado diferente. Forma parte del llamado teatro del absurdo, y en esta obra se marca parte de la banalidad del ser humano. Desde el primer acto (mejor dicho, desde las primeras páginas) observamos que en un pequeño pueblo las personas comienzan a convertirse en rinocerontes. El protagonista principal es un hombre llamado Berenguer que tratará de no convertirse él también mientras ve como todos sus conocidos van sufriendo esta transformación.

El Pinot Noir es una cepa muy particular, al tener una cáscara muy fina es un tinto más claro que otros a los que estamos acostumbrados. Además sus taninos y su cuerpo son también menos acentuados. Entonces surge preguntar dónde se encuentra el encanto de esta cepa. En su aroma principalmente, y en su nobleza, la cual bien trabajada puede lograr grandes vinos. Este es el caso del Pinot Noir Reserva 2006 de Toscanini.

En el primer acto de la obra, nos encontramos en un pequeño café de un pueblo francés, tal vez cercano a la cuna del Pinot Noir y algún chateaux que produzca grandes exponentes de este vino. No parece ser que Berenguer, con su presentación como una persona tímida y algo alcohólica esté tomando un gran vino, pero sí tal vez en esas mesas de madera que recuerdan algo del bouquet del vino elegido para hoy, haya disfrutado de un Pinot Noir de la zona.

Volviendo a la obra, es en este primer acto donde se nos presentan todos los personajes. Hay quienes consideran, y luego de saberlo es probable darles la razón, que todos los personajes que aparecen aquí son partes de la personalidad del hombre. Desde lo bohemio de Berenguer, lo firme (y algo agresivo) de Juan, lo excéntrico de El Lógico, etcétera.

El primer acto termina dándonos pistas, pero con varias incertidumbres. Tal vez pasa lo mismo con el primer sorbo de un Pinot Noir. El aroma en el exponente seleccionado demora unos instantes en descubrirse, pero al hacerlo hace sentir tonos de madera y frutas negras que trabajan juntas, no tapándose entre ellas. Su color es similar al de las tejas que se podrían encontrar en las calles de ese pueblo francés cuya armonía se ve interrumpida por estos grandes invasores.

El segundo acto de este libro está dividido en dos escenas, donde en la primera se nos explica que los rinocerontes no son invasores externos al pueblo, sino la misma gente de allí que se está convirtiendo. Dentro de estos grandes animales vive el espíritu del hombre que supo ser, por ello uno de los personajes, la Sra. Bouef se siente cautivada cuando su marido, ya transformado la llama dulcemente. Se lanza junto a él y escapan, para poco después sufrir ella esta metamorfosis.

Ahora bien… ¿qué significa esta transformación en masa? ¿por qué hasta Juan, que parecía una persona firme se convierte? ¿por qué todos se convierten menos el personaje aparentemente más débil?

La transformación refiere a la aceptación de algo con una absoluta carencia de crítica. Si bien la obra cuando fue escrita quería criticar el fascismo reinante y creciente en la Europa pre guerra (al punto que en la URSS no fue exhibida esta obra), se puede transpolar la temática al día de hoy con las modas. En algún momento todos somos Rinocerontes, y en otro todos somos Berenguer. Quedará en cada uno decidir cuál prefiere ser la mayoría del tiempo. Para muchos el sentido de pertenencia y la necesidad natural de aceptación llevan a agachar la cabeza y embestir todo lo que esté adelante con el fin de ser uno más. Para otros, ser Berenguer y rechazar convertirse, a pesar de extrañar el contacto con los demás, será mucho más válido.

El sabor de la soledad llega a Berenguer rápidamente, un sabor amargo y que genera el deseo de que pronto abandone los sentidos. Afortunadamente, el Pinot Noir Reserva 2006 de Toscanini es completamente opuesto, ya que es equilibrado y gentil. Tiene un cuerpo medio y permanece poco tiempo en la boca, pidiendo un sorbo más para sentir ese final tan agradable.

La obra está terminando. Berenguer se queda solo, como una isla de humanidad y sueños en medio de un mar de homogeneidad que hace ruido con sus pisadas y destruye todo rastro de algo diferente. Surge la duda de si serán ellos quiénes tienen razón. Es decir, si toda la ciudad considera que estoy equivocado, ¿será así? Berenguer duda frente a un espejo. Su monólogo va y viene entre preguntas y afirmaciones. Casi se ve vencido cuando se siente un monstruo frente al mundo, cuando se quiere convertir. En un último suspiro de humanidad reacciona y decide defenderse ¡Contra el mundo entero, me defenderé contra el mundo entero, me defenderé!¡Soy el último hombre, seguiré siéndolo hasta el fin! ¡No capitulo!

Como se titula el post, Berenguer y el Pinot Noir elegido son diferentes hasta el final; y para quien desea ser único, este vino es una buena opción para separarse de otros tintos. Es una cepa que merece ser comprendida y analizada. Es una cepa propia de quien no desea ser un rinoceronte más.

martes, 5 de octubre de 2010

MARIDAJE PSICOLÓGICO

Después de varios días sin estar por aquí, y un mes de setiembre con sólo dos maridajes comienza octubre con calor y ganas de tener mucho más para beber, leer y probar.

Por fin el clima da tregua y se puede disfrutar de los días y por qué no, de salir a leer a un parque o a la rambla. El clima pide lectura más veraniega y el paladar vinos más suaves, frescos y en la medida de lo posible, que se tomen fríos.

Entonces haremos el tercer maridaje consecutivo con un vino blanco. Un maridaje casi veraniego. Un maridaje entre dos elementos que permiten ser tomados y leídos fácilmente y de forma muy disfrutable.

El vino al que me refiero es el Sauvignon Blanc 2009 Don Próspero de Pizzorno y el libro que lo acompañará es El Psicoanalista de John Katzenbach. Si bien en el primer post hablé de este autor con el misterio y fuerza de un Cabernet, creo que es aplicable a un vino fresco y sorprendente como el elegido.

Desde ya y como siempre la recomendación de cualquiera de ambos elementos del maridaje de hoy. El libro es un muy buen exponente de trhirller psicológico desarrollado por este autor. Luego de leer algunos libros de él (en lo personal ya pasé la media docena) y varios más del género, se encuentra un estilo marcado y único en este autor, con este título como su mejor obra. Con el vino elegido pasa algo similar. Uno va probando varios Sauvignon Blanc (considerada por algunos como la reina de las blancas) presentes el mercado uruguayo, pero el de Pizzorno se destaca año tras año y termina siendo sinónimo de la cepa.

Para quien no leyó el libro, se trata de un psicoanalista de cincuenta y tres años que recibe una carta el día anterior a sus vacaciones anuales explicando que si no descubre quién lo amenaza en quince días, deberá elegir entre quitarse la vida u observar cómo sus parientes son asesinados uno por uno. El mismo sobre contiene una lista detallada de más de cincuenta parientes.

Para quien no bebió el Sauvignon Blanc Don Próspero de Pizzorno, el mismo se trata de un corte que proviene de seleccionar uvas de dos parcelas diferentes con distintos grados de maduración. Tiene un profundo aroma cítrico y una acidez que lo convierte, una vez que llega a la temperatura adecuada, en una fresca y seca bebida refrescante.

Las relaciones entre ambos van más allá de la frescura y ese pedido implícito en cada página y cada sorbo de seguir un poco más. Las hojas corren rápidamente mientras se descubren secretos y se hacen conjeturas acerca de qué pasará a continuación. La boca y la nariz se sienten agradecidas luego de percibir el contenido de la copa, y tratan de descubrir diferentes misterios de este vino, como cuál o cuáles son los cítricos que aparecen en la nariz, o qué otra cosa aparece en ese aroma.

Las conjeturas que se harán son más sencillas de que se acerquen a la realidad en el caso del vino. En el libro es imposible saber desde un comienzo que el autor de la carta es………

El color que describe la nota de cata es de piel de limón. Es muy claro y transparente, al contrario de las intenciones de RUMPLESTILTSKIN, quien firmó la carta, más que una amenaza de muerte, un pedido casi innegable de suicidio.

Los recuerdos escondidos del pasado comenzaron a armarse en el complejo puzzle de la memoria de Ricky Starks (El Psicoanalista) con el objetivo de tratar de vencer a su enemigo. La carta aclaraba que era parte de su historia, que le había arruinado la vida de y que por eso decidió esta venganza. Un asesinato común sería muy simple, ya que la rutina del doctor era fácilmente previsible. De igual manera, es muy fácil pararse en la postura de ser contrario a los vinos blancos, sin embargo, al igual que cualquier otro, merecen una oportunidad, la cual no será desperdiciada por este Sauvignon Blanc.

De a poco se presentan aristas del argumento que acercan y al mismo tiempo distraen del asesino. Personajes que sarcásticamente dan pistas inconclusas. En el vino se encuentra si se presta atención frutos como el melón, que parece querer distraer del pomelo, también presente en ese complejo pero fresco sabor.

El primer personaje que aparece con el objetivo de ayudar y no hacerlo al mismo tiempo es una mujer relacionada con el autor de la carta. En el proceso de desconcertar al doctor Starks, se desnuda dejando ver su firme figura y hermosa piel. Una piel suave como la de los duraznos que aparecen en la boca luego de que el vino pasa por allí dejando un halo de incertidumbre.

Si todo esto no hubiera pasado, el doctor Starks hubiera disfrutado de su casa de verano, viendo un atardecer frente al océano acompañado de una buena copa de Sauvignon Blanc. El mismo océano que otorgaría sus frutos para un maridaje alimenticio en este caso. El mismo océano que tenemos cerca para disfrutar, meditar y compartir.

El final se va acercando, algunas cosas se vienen aclarando pero seguimos (nosotros y el protagonista) sin saber quién es el asesino, aunque sí la razón de su venganza. El final pasa rápido y persiste en la memoria y la reflexión, al igual que el sabor del Sauvignon Blanc Don Próspero de Pizzorno, que permanece gentilmente en el final de la boca, provocando una pequeña sensación de sed que podrá ser rápidamente evacuada con otro sorbo de este gran vino.

Tratar de entender es lo único que salvará la vida de Ricky Starks. Es un desafío planteado por un digno y enfermo oponente, que cree que es un juego. Afortunadamente descubrir las diferentes aristas que componen un vino no es tan drástico. El oponente debe ser uno mismo y sin lugar a dudas ha de ser un juego, el cual se gana al descubrir lo mismo que un experto.



















Foto tomada de una nota perteneciente a www.bodegasdeluruguay.com.

martes, 21 de septiembre de 2010

MARIDAJE CON SABOR A LIBERTAD

Hay muchas palabras que usamos día a día que nos son muy difíciles de definir. Poder, confianza, paz, amor, libertad, superación. Son todos términos que difieren en cada uno de nosotros. Pero cada tanto hay quienes los resumen de gran forma. Es el caso de los dos elementos del maridaje de hoy.

Juan Salvador Gaviota es mi opinión todo lo que se puede decir de la libertad y de todos los términos mencionados. Conocer los límites para entender que ellos no existen, creer en uno mismo, desafiarse a sí mismo y al status quo. Todo ello y mucho más es lo que Richard Bach plasma en este pequeño libro, con pocas palabras pero muchísimo significado.

Hace poco tuve la oportunidad de probar el vino que hoy utilizaré para el maridaje. Muchos pensarán, tal vez con razón que es muy volado lo que diré, pero ese vino me recordó justamente la libertad. La libertad del campo, del cielo, de las flores y la naturaleza. Hoy, el día en que comienza la primevara quería hablar de un néctar dulce y sumamente disfrutable. Me refiero al Cosecha Tardía Gewüstraminer de Los Cerros de San Juan.

La cosecha tardía se basa en dejar que la uva se sobre madure para que el azúcar se concentre en la fruta, desarrollando un vino naturalmente dulce. Es un vino de postre casi licoroso, sin embargo tiene un toque de acidez que impide que se provoque una sensación de empalagamiento.

De igual manera, Richard Bach nos cuenta una historia con matices tristes para que no sea un canto de optimismo sin fundamento. Juan Salvador Gaviota tuvo que abandonar su bandada frente a un mar pintado de oro por el sol por creer que volar podía ser un camino a los sueños más que simplemente para comer y sobrevivir, en vez de vivir.

El aroma que desarrolla el vino apenas llega a la copa nos transporta a espacios abiertos, llenos de flores, de cielo y sol. El mismo que iluminó a Juan cada vez que se superaba a sí mismo y peleaba contra lo establecido, demostrando que los límites sólo existen cuando uno se los impone.

Estos límites fueron rotos por Los Cerros de San Juan, generando un vino casi licoroso con una graduación alcohólica moderada, lo que permite tomarlo sin problemas. Es un vino que estuvo dos años en barrica, permitiendo que todas las características de la cepa utilizada, más las virtudes que se le agregan por la sobre maduración se amalgamen en gran forma.

En un momento determinado de este libro, un maestro le dice a Juan Salvador Gaviota que el cielo no es un lugar ni un tiempo, sino que consiste en ser perfecto. Ese cielo es al que llegó esta bodega con este néctar que se deja desear, viniendo en un tamaño menor al de los vinos, pero permitiendo que se pueda disfrutar tal vez con un postre o un queso fuerte.

Según su maestro, la perfecta velocidad no es un número, ya que todo número es un límite. La perfecta velocidad es estar allí. Los Cerros de San Juan está aquí hace más de 150 años y logró una perfecta velocidad en este vino dorado que se pasea por los bordes de la copa prometiendo un cuerpo interesante.

Juan Salvador Gaviota y el Gewüstraminer cosecha tardía de Los Cerros de San Juan van más allá, vuelan por cielos despejados con un sol que brilla todo el tiempo, ven el mar cercano y grandes extensiones de campo. Están en la memoria de aquellos que quieran definir el poder, la confianza, la paz, el amor, la libertad y la superación.


miércoles, 8 de septiembre de 2010

LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS

Primero que nada quiero dedicar este post a todos quienes lo lean, pero cuando eran niños.

El título elegido para este post podría resumir el arte de la cata. Si bien el color es importante, es una pequeña parte con respecto a todo aquello quepodemos aprender lo largo de la degustación.

Algunos dirán y con razón que ese mismo título se podría aplicar a casi cualquier aspecto de la vida.

Esta es la primera vez en el blog que maridaré un vino blanco y quise comenzar con un buen exponente como lo es el Chardonnay 2009 de Bodegas Bouza. Con respecto al libro que maridará este vino, obviamente el título no es casual y refiere a un pequeño gran libro. El uso del adjetivo “pequeño gran” puede parecer un cliché, pero creo que se adapta perfectamente a El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.

Creo que “las personas grandes”, como nos define el autor, somos mucho menos capaces de realizar una cata real de lo que creemos. Enseguida nos volvemos serios y buscamos cosas contrastables en los sabores y los aromas, en vez de buscar lugares recónditos de nuestra memoria y nuestros más profundos sentimientos. Justamente cuando me refiero a cata real, es hallar en un vino aroma a una tarde de verano o una noche frente al fuego vivo de una chimenea, sin desmerecer durante un instante la habilidad de aquellos capacitados para encontrar aromas tangibles que poca gente tiene.

Como este blog es para gente grande, y según el autor “Las personas grandes aman las cifras” diré a modo de estadística que tan sólo se produjeron 7612 botellas de este vino que es 100% Chardonnay en viñedos que tienen una producción de 32 hl por hectárea. Se cosechó el 4 de febrero de 2009 y se envasó el 30 de noviembre de ese mismo año. Pido disculpas a aquellos con corazón de niños, pero “deben ser muy indulgentes con las personas grandes”.

Me atrevería a afirmar que todos hemos leído este libro varias veces, y nuevamente me subiré a otro cliché para decir que cada vez que uno lo lee, representa o significa algo diferente. Para aquellos que no lo hayan leído, personas que vienen o viven más allá del Asteroide B612 (la casa de El Principito) tratar de resumirlo es sumamente complicado, con riesgo de dejar muchas cosas importantes afuera. Por ello no lo haré e invitaré a que lo lean. Es un libro pequeño, fácil y muy satisfactorio de leer.

El Chardonnay de Bouza, es un gran exponente de esta cepa y merece ser probado y respetado. A los ojos (aunque lo esencial trasciende este sentido) se presenta blanco con reflejos plateados. Promete una frescura que rápidamente será confirmada. Una frescura propia de las respuestas y explicaciones de El Principito, propia de las respuestas y explicaciones de un niño.

La baja producción por planta de los terroirs de la bodega debe ser ayudada, no sólo por las características propias del terreno, sino también con la ayuda de quienes cuidan los viñedos. “Es cuestión de disciplina”, según palabras de El Principito. Aunque él se refiriera al cuidado continuo de los Baobabs en su diminuto planeta. Si él los dejara crecer a su antojo, el planeta estallaría. De igual forma, si los viñedos no se cuidaran, no se aprovecharían los nutrientes de un suelo diferenciado por la presencia de carbonato de calcio. “Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobas en cuanto se los distingue entre los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes”. Las hierbas buenas y las malas son similares al comienzo, al igual que los problemas y cuestiones que arrastramos, por ello, como dice el autor “¡Niños! ¡Cuidado con los baobabs!”

El Principito conocía una flor que era única en el mundo. El resto de las rosas, eran “bellas, pero estáis vacías. […] ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que ella es la rosa a quien he regado”. No puedo decir si el Chardonnay 2009 de Bouza es único en el mundo por sí mismo, pero sí lo es para la gente de Bouza. Gracias a ellos nos encontramos con un vino de aromas intensos, con notas de vainilla (para la gente no grande: sábado de tarde en la niñez, con bizcochuelo y chocolatada, con dibujitos y sueños), también con amplia presencia frutal (para la gente no grande: primeras veces en la feria, dejándose cautivar por los colores y los aromas, por el ir y venir de la gente, y no preocupándose por si este puesto cobra un peso más el kilo de duraznos). Su pasaje por barrica le da más fuerza a estos aromas y lo convierte en un vino equilibrado. No todos los blancos van bien con el roble, pero por suerte nos encontramos con una clara y orgullosa excepción.

La rosa de El Principito era algo soberbia, pero muy sabia. Estaba convencida del hecho que se debían soportar algunas orugas, si se querían conocer las mariposas. Hay quienes no gustan de vinos con algo de acidez, pero sin ella, que en este caso está muy bien balanceada, no se disfrutaría de la sensación agradable que provoca este vino en la boca, con aromas retronasales que remitirán al durazno.

En su viaje a La Tierra, El Principito visitó varios planetas. El primero de ellos estaba habitado por un rey muy razonable, que sabía que “hay que exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer. La autoridad reposa, en primer término sobre la razón”. Todo lo que se le puede exigir a este vino, este vino lo cumplirá. Buenos momentos, grandes sensaciones, viajes imaginarios a campos llenos de frutales. Ahora bien, también hay que estar dispuesto a dar para recibir. No puedo exigir descubrir todos los secretos de algo que no estoy dispuesto a explorar.

En el segundo planeta vivía un vanidoso que estaba desesperado por ser admirado. Este vino está tranquilo sabiendo que quienes lo prueben lo admirarán, pero no porque sí, sino porque tiene mucho para ofrecer.

En el cuarto planeta vivía un hombre de negocios que sólo se preocupaba por los números, y no por el valor de las cosas. Si alguien quiere disfrutar realmente de este vino, que no imite a este personaje y se disponga a tomarse el tiempo necesario para conocer todo lo que tiene para dar este fresco exponente de nuestros vinos.

En el sexto planeta se encontraba un anciano que escribía grandes libros. Él era un geógrafo que no conocía su planeta por carecer de exploradores y no atreverse a aventurarse. Este caso puede ser el de algunos que no se animen a entrar en el mundo del vino y a descubrir todos los secretos que tiene para brindar.

El séptimo y último planeta es justamente La Tierra, donde además de encontrarse con quien escribe la historia se encontró con una sabia serpiente, una flor común, miles de rosas no tan hermosas como la suya, un zorro, un guardagujas y un mercader.

Es quizás el zorro quien más enseño a El Principito. Le hizo entender que al crear lazos, todo lo igual se vuelve diferente. Los pasos de una persona, iguales a todos, se hacen diferentes, conocidos. Este Chardonnay es así, diferente, único en sí mismo y para todos aquellos que generen lazos con él. ¿Cómo se generan lazos con un vino? Asignándole algo en particular. Un momento, una persona, un perfume…

El zorro le regaló un secreto y también obsequió el título de este post. “No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos… El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante”. Justamente ese sería un gran resumen. Aquello que recibe nuestra atención, nuestro esfuerzo es lo que lo hace diferente, único.

domingo, 29 de agosto de 2010

MARIDAJE DESDE EL OTRO LADO DE LOS ANDES

Tras varios días sin escribir para el blog, quise retomar con un maridaje que valga la pena. Busqué varias opciones, y como un homenaje muy pequeño para los 33 hombres que están dando una lección al mundo, decidí cruzar los andes en la elección del vino y de la obra que mariden entre sí y adornen este post. La cepa y el autor deben ser insignia del país trasandino. Por ello, un Carmenère acompañará a Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda a lo largo de estas líneas.

El propio Gabriel García Márquez, quien formara parte de este blog hace algunas semanas, definió a Neruda como “El más grande poeta del Siglo XX en cualquier idioma”. No cuento con el conocimiento o la capacidad como para poder decir que el Carmenère Reserva 2008 de Santa Carolina es el mejor Carmenère en cualquier idioma, pero sin dudas es un gran exponente de la cepa trasandina.

Entre todas las obras de Neruda, en las cuales podemos encontrar cantos a nuestra Atlántida, donde él supiera tener una casa de veraneo que actualmente funciona de museo en la rambla del balneario, elegí dos poemas referidos al vino. Se trata de la Oda al vino y El estatuto del vino. En el primero Neruda desarrolla un gran paralelismo entre el vino, el amor y la mujer amada. Habla del Carmenère Reserva de Santa Carolina, y de todos los vinos, particularmente los tintos.

Vino color de día,
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio…


El vino elegido para este maridaje brilla con la fuerza del día, pero con una oscuridad propia de la noche. Es de color rojo intenso, con bordes de purpúreas señales de su calidad y su capacidad de esperar un poco más para su disfrute.

El vino mueve la primavera,
crece como una planta la alegría,
caen muros, caen peñascos,
se cierran los abismos,
nace el canto.


Los taninos de este vino, están presentes pero suavizados por los meses que el mágico líquido descansó en soberbias barricas de roble que brindaron todo lo posible para redondear un muy buen vino. Sus aromas son complejos, donde se puede identificar el chocolate, el tabaco y algún fruto negro, que al leer la nota de cata descubrimos que se trata de ciruelas. También están allí, según quienes realmente saben, aromas a cedro y especias.

Varias veces a lo largo de este blog hemos hablado de que el verdadero maridaje, el más importante de todos, es el vino y la situación de consumo. Tal vez sea eso lo que nos expresa Neruda cuando le habla a alguna de sus mujeres al decir:

Amor mío, de pronto tu cadera
es la curva colmada de la copa,
tu pecho es el racimo,
la luz del alcohol tu cabellera,
las uvas tus pezones,
tu ombligo sello puro
estampado en tu vientre de vasija
y tu amor la cascada
de vino inextinguible,
la claridad que cae en mis sentidos,
el esplendor terrestre de la vida.

El final de boca del Carmenère Santa Carolina reserva 2008 es intenso y duradero, como los poemas y lenguaje del autor chileno. En Estatuto del Vino, donde la presencia del glorioso brebaje no es tan optimista como en Oda al Vino, habla acerca de la valentía de la bebida de la siguiente forma:

Yo sé que el vino no huye dando gritos
a la llegada del invierno,
ni se esconde en iglesias tenebrosas
a buscar fuego en trapos derrumbados,
sino que vuela sobre la estación,
sobre el invierno que ha llegado ahora
con un puñal entre las cejas duras.

[…]

Y entonces corre el vino perseguido
y sus tenaces odres se destrozan
contra las herraduras, y va el vino en silencio,
y sus toneles, en heridos buques en donde el aire muerde
rostros, tripulaciones de silencio,
y el vino huye por las carreteras,
por las iglesias, entre los carbones,
y se caen sus plumas de amaranto,
y se disfraza de azufre su boca,
y el vino ardiendo entre calles usadas,
buscando pozos, túneles, hormigas,
bocas de tristes muertos,
por donde ir al azul de la tierra
en donde se confunden la lluvia y los ausentes
.

Cada copa, cada sorbo de este Carmenère Santa Carolina Reserva pide otro más. Esta cepa, en un principio buscaba acompañar y reforzar vinos más ligeros, pero luego de su perfeccionamiento logró un vino con buen cuerpo y gran color, con taninos más amables tal vez que un Cabernet Sauvignon, pero con una elegancia según los entendidos un poco menor al Merlot. Este exponente, de buena relación calidad precio, que lo convierte en un gran regalo con el cual quedaremos muy pero muy bien, tiene notas de roble que lo redondean mucho más cuando se lo compara con otro joven, que directamente pase del proceso de fermentación a la botella. Vale destacar una particularidad de los vinos chilenos. La categoría “Reservado” en realidad se refiere a un vino de menor calidad, sin presencia de barricas y sin un proceso que lo enaltezca. La categoría “Reserva” sí presenta un proceso más complejo, que lo hace un vino más redondeado y de un precio mayor.

Por último, y volviendo al amor y el vino; al amor al vino y al amor del vino, dejo el final del poema más optimista de los dos elegidos para este maridaje.

Pero no sólo amor, beso quemante
o corazón quemado eres, vino de vida,
sino amistad de los seres, transparencia,
coro de disciplina, abundancia de flores.
Amo sobre una mesa, cuando se habla,
la luz de una botella de inteligente vino.,
Que lo beban, que recuerden en cada gota de oro
o copa de topacio o cuchara de púrpura
que trabajó el otoño hasta llenar de vino las vasijas
y aprenda el hombre oscuro,
en el ceremonial de su negocio, a recordar la tierra
y sus deberes, a propagar el cántico del fruto.






domingo, 15 de agosto de 2010

SHAKESPEARE Y EL VINO

Como hice en oportunidades anteriores, dejaré un poco de lado el maridaje propiamente dicho para escribir sobre el vino en la literatura. Navegando por Internet encontré un libro escrito por Miguel Ángel Muro, un profesor de Literatura de la Universidad de la Rioja en España, llamado El Cáliz de las Letras. En él repasa el papel que ha tenido el vino como “motivo literario” y la relación entre esta bebida y la literatura. La temática, que parecería ser muy interesante, hace referencia a aportes de Homero, Cervantes, Balzac, Neruda, Shakespeare y muchos otros al mundo del vino. La historia de la literatura es, según el autor de este compendio, una historia del vino y ambas constituyen una parte importante de la historia cultural universal.

Justamente el escritor inglés William Shakespeare escribió el “mayor elogio” literal que se conozca del Jerez. En la obra Enrique IV, el personaje Falstaff, cuya vida es la taberna, la juerga y el vino, considera a este último como la fuente de las virtudes de un hombre. “A fe que este mozo impasible no me aprecia, ni hay quien le haga reír. No es de extrañar: no bebe vino. Estos jóvenes tan sobrios no llegan nunca a nada, pues se enfrían tanto la sangre con bebida floja y comen tanto pescado que pillan una especie de clorosis masculina y, cuando se casan, sólo engendran mozas. Suelen ser necios y miedosos...”

Posteriormente entona un monólogo, tal vez el más entusiasta, emocionante y justo con el vino de Jerez:

“Un buen jerez produce un doble efecto: se sube a la cabeza y te seca todos los humores estúpidos, torpes y espesos que la ocupan, volviéndola aguda, despierta, inventiva, y llenándola de imágenes vivas, ardientes, deleitosas, que, llevadas a la voz, a la lengua (que les da vida), se vuelven felices ocurrencias. La segunda propiedad de un buen jerez es que calienta la sangre, la cual, antes fría e inmóvil, dejaba los hígados blancos y pálidos, señal de apocamiento y cobardía. Pero el jerez la calienta y la hace correr de las entrañas a las extremidades. Ilumina la cara que, como un faro, llama a las armas al resto de este pequeño reino que es el hombre, y entonces los súbditos viles y los pequeños fluidos interiores pasan revista ante su capitán, el corazón, que reforzado y entonado con su séquito, emprende cualquier hazaña. Y esta valentía viene del jerez, pues la destreza con las armas no es nada sin el jerez (que es lo que la acciona), y la teoría, tan sólo un montón de oro guardado por el diablo, hasta que el jerez la pone en práctica y en uso. De ahí que el príncipe Enrique sea tan valiente, pues la sangre fría que por naturaleza heredó de su padre, cual tierra yerma, árida y estéril, la ha abonado, arado y cultivado con tesón admirable bebiendo tanto y tan buen jerez fecundador que se ha vuelto ardiente y valeroso. Si yo tuviera mil hijos, el primer principio humano que les enseñaría sería el de abjurar de las bebidas flojas y entregarse al jerez.”

Sin embargo, la visión del autor en la misma obra con respecto al vino es ambigua. A la hora de describir despectivamente a otro personaje escribe sin piedad: “Te acosa un diablo encarnado en un viejo gordo, un tonel de compañero. ¿Por qué te juntas con ese baúl de fluidos, ese barril de bestialidad, ese hinchado costal de hidropesía, ese enorme pellejo de vino, ese fardo cargado de tripas, ese buey asado de feria relleno de morcilla, ese venerable Vicio, esa canosa Iniquidad, ese padre Rufián, esa añosa Vanidad? ¿En qué destaca sino en catar y beber vino?”

Este es el segundo humilde homenaje en este mes para el autor más brillante de todos los tiempos y la bebida más humana de todas.

jueves, 5 de agosto de 2010

AFORTUNADO MERLOT CON UNA TRAGEDIA

Para el primer maridaje del mes de agosto decidí usar de forma más que humilde al autor que marcó un antes y un después en la historia. ¿Por qué? Porque luego de él, nadie más volvió a innovar. Escribió sobre el amor, la muerte, la traición, el hombre, la venganza, la pasión y todos los temas habidos y por haber. Me refiero a William Shakespeare.

Entre las innumerables obras de su autoría, elegí el drama del año 1595 Romeo y Julieta para acompañar un Merlot Reserva de Toscanini del año 2006.

Esta obra relata una historia de amor nacida del odio de dos familias de la Verona del siglo XVI. Los Capuleto y los Montesco luchaban sin una razón certera todo el tiempo, cansando a los habitantes de la ciudad, sus gobernantes y hasta a algunos de los integrantes de las familias. Los integrantes más jóvenes de esas familias (Romeo en los Montesco y Julieta en los Capuleto) se conocen en una fiesta brindada por la familia de ella y allí comenzará un amor imprudente, eterno y efímero.

El porqué de este maridaje es absolutamente subjetivo. Para mí el vino que mejor representa el amor, el buen amor, es el Merlot. Suave pero intenso, con un despliegue potente desde un primer instante en el que se sabe si será o no duradero, si valdrá o no la pena. En ciertos casos, al igual que en la vida, existen las decepciones, pero este maridaje no sabe de ellas. Un gran amor y un buen Merlot tienen cosas en común, una permanencia que se intuye en el primer sorbo; un sabor que nos pide a gritos seguir y un color diferente a todo lo que se ha visto. Para resumir, el amor es, como el propio protagonista de la obra indica a su amigo Benvolio “¿Qué más puedo decir de él? Diré que es locura sabia, que emponzoña, dulzura embriagadora”. Quien desee tomar esa frase para describir el Merlot, se acercará mucho a lo que creo que es.

El vino fue elaborado a partir de uvas seleccionadas del viñedo Paso Cuello. Este lugar, con su suelo arcilloso de gran permeabilidad, permite alcanzar una gran madurez de la fruta. Esperar la correcta maduración es esencial a la hora de concebir un gran vino como este. Pero no sólo en lo que a vides y vinos se refiere, muchas veces, el apuro y la ansiedad conllevan al error o la imprudencia. “Los árboles excesivamente inmaduros no prosperan. Yo he confiado mis esperanzas a la tierra y ellas florecerán.” Con estas palabras comienza el padre de Julieta a hablar de ella frente al pretendiente Paris, tratando de evitar éste proponga matrimonio a su hija.

Los ocho meses en barrica le dan un toque de madera que se siente en boca y nariz pero no opaca las características de la cepa. Según Alejandro Dolina, ocho meses es el momento en que una relación se vuelve trascendente, en este caso, ese tiempo fue el correcto para generar un vino con una de las mejores relaciones calidad precio que he observado.

“Raras son las virtudes que esparció la generosa mano de la naturaleza, en piedras, plantas y yerbas”. Esta frase forma parte del primer parlamento de un personaje importantísimo en la obra, el Fray Lorenzo, quien tratará de enlazar a estos dos jóvenes, a pesar de sus reparos. Algunas de esas virtudes se encuentran en cada copa del Merlot Reserva 2006 de Toscanini. Sus aromas son complejos y sorprendentes. Las notas especiadas se combinan con el roble y con frutos negros. Este personaje aconseja a Romeo amar con moderación pues “el exagerado dulce de la miel empalaga”. Tanto en el vino como en el amor, a pesar de las propiedades embriagantes de cada uno, hay que cuidar de no perder el rumbo y cegarse por algunos de ellos, permitiendo así su total disfrute.

Los taninos en el vino están muy presentes, aunque aterciopelados, al igual que el drama en Romeo y Julieta, grande por el final ya conocido por muchos, pero apaciguado por la eterna compañía de los amantes.

Julieta dice que “el auténtico amor es más pródigo de obras que de palabras; más rico en la naturaleza que en la forma” De la misma manera, este vino, sin palabras innecesarias en su etiqueta o algún medio, sin presentaciones ostentosas, deja toda su virtud en su contenido, en su naturaleza misma. Es obra de un trabajo cuidado, gracias a una gran materia prima y un proceso que enaltece la cepa.

Los amantes logran casarse en secreto y sueñan con escapar, sin embargo el destino vuelve a separarlos por el odio que enfrenta a sus familias. Julieta bebe un brebaje que simulará su muerte, para evitar ser casada con Paris y poder esperar a su amado. Un brebaje algo espeso y refrescante, con una untuosidad similar a la del Merlot Reserva 2006 de Toscanini.

Romeo, no enterado de las intenciones de su amada y creyendo en su muerte, decide terminar con su vida. Julieta al despertar y descubrirlo, utiliza su daga para acompañar a Romeo. De esa forma termina una de las mayores obras de todos los tiempos y va llegando a su fin este pequeño homenaje.

El amor unió a dos personas destinadas a sufrir. Sus muertes unieron a dos familias enemistadas. Creo fervientemente que el vino elegido podrá unir a muchas personas, esperemos con mucho mejor resultado que el vivido por Romeo y Julieta.








viernes, 23 de julio de 2010

ALABANZA AL BRINDIS

Nuevamente dejaré un rato de lado los maridajes para rendir homenaje a otro autor que habló (y cómo) sobre el vino. En este caso es alguien menos conocido pero igualmente merecedor de reconocimiento. Cerca del año 1040 D.C. nació en Nichapur, Persia (actual Irán) el poeta Ghiyath al-Din Abu l-Fath Omar ibn Ibrahim Al-Nishaburi al-Jayyam (conocido como Omar Khayyam según la traducción anglosajona). Estudió astronomía, matemáticas, derecho, medicina, filosofía y otras disciplinas, jamás estuvo conforme a la hora de resolver diferentes misterios del Universo, las pasiones humanas y la existencia misma.

Pero además de todo esto, se dedicó y destacó en las letras, particularmente en sus Rubaiyat, que constituyen una alabanza al brindis. Una celebración al vino y al goce del presente, frente a lo frágil y misterioso de la vida.

Pueden encontrar su obra completa AQUÍ, pero quisiera compartir algunos pasajes de su poesía.

La primera Rubaiyat, llamada Caravana en el Desierto, dice en alguno de sus versos:

Ven a llenar mi copa, y en primaveral anhelo,
echa de ti ese manto de contrición y dudas;
El ave-tiempo apenas tiene luz para el vuelo,
y -¡mira! ya sus alas está tendiendo al cielo.

Ven tú conmigo al margen de este oasis florido
que pone nuevo verde al valle pedregoso:
Aquí «esclavo» y «sultán» duermen igual olvido,
y -«paz a Mahmoud»- clama amor compadecido.

Aquí con un mendrugo, entre el gayo ramaje,
una ánfora de vino, un manojo de versos,
y tú conmigo, sola, cantando entre el boscaje,
es para mí un paraíso el yermo más salvaje.

La tercera se llama Ayer, hoy y mañana. Comparto algunas de sus estrofas:

A aquellos que en el hoy aguardan su ventura,
y a los que en el mañana fijaron su esperanza,
un muezín les grita desde la Torre Oscura:
-«¡Locos! ni aquí, ni allí, vuestra paga es segura!»

En sueños, otra voz, que me repite, advierto:
-«La flor abrirá al beso de la nueva mañana»;
mas un rumor que pasa, me dice, ya despierto:
-«La flor que ayer abrió, dio su aroma y ha muerto».

Llegado a este Universo el porqué ignorando
y el de dónde, como agua que, quiera o no quiera, corre,
salgo de él como el viento que el desierto cruzando,
sin saber hacia donde, quiera o no sigue andando.

¿Y qué, y así me traen desde un donde cualquiera
y desde aquí hacia allá, sin pulsar mi albedrío?
¡Si el cielo, al menos, darnos siempre el vino quisiera,
que ahogue este recuerdo que la mente lacera!

Por último, para dejarlos con ganas de averiguar más de este personaje, los dejo con una Rubaiyat completa, la quinta, llamada La magia de la Viña.

¡Oh!, no más te atormente lo humano o lo divino,
y que el mañana solo desate su madeja:
¡Hunde tus dedos muelles en el ébano fino
de las trenzas de alguna flexible Hada del vino!

Y tu hora no malgastes, ni en la conquista ociosa
de este o aquel engaño te empeñes ni disputes:
Alégrate más bien con la uva generosa,
que ir en pos de una fruta, o ausente, o venenosa.

Y bien sabéis, amigos, con cual altivo porte
de mi nuevo himeneo celebré el festival,
La Razón repudiando de mi lecho y mi corte,
y a la Hija de la Viña tomando por consorte.

Si al «es» como al «no es», en cierta ley y norma,
y el «abajo y «arriba» con lógica defino,
de todo lo que he visto en la sensible forma,
lo más hondo es el vino que en su alma se transforma.

Mas mis computaciones -se dice- punto a punto,
han ajustado el año a la humana medida;
y si es así, arranca, de un golpe y todo junto,
EL «mañana» aun innato y el «ayer» ya difunto.

Y poco ha en la Taberna, por la puerta fluía,
filtrándose en la sombra, una silueta de Ángel:
una pintada cuba en su espalda traía;
La gusté, y de la uva el sabor trascendía.

La uva, sí, que puede con lógica absoluta
las setenta y dos sectas rivales confundir
Con su Alquimia, que al plomo de nuestra vida bruta
en un tris de maniobra en oro lo transmuta.

Y el potente Mahmoud que aliento de Allah aspira,
la tenebrosa turba, la temerosa horda
de espantos y tristezas, que nuestra alma transpira,

Y si esta esencia fuese de Dios un atributo,
¿Quién blasfemar osara de la vid como un lazo ?
Y si es un crimen ¿quién nos mandó su tributo?
Antes, pues, como gracia gustemos de su fruto.

Debo abjurar del Bálsamo de vida, sí, ya es hora;
Antes que nuevas tasas pague mi fe sincera,
O, yendo en pos de alguna bebida redentora,
mi vaso caiga al polvo que todo lo devora.

Si la secta de abstemios del amor y del vino
sola es llamada al goce del Edén del Profeta,
¡Ay! temo que el Paraíso, con su encanto divino,
Vaya a quedar desierto, sin fieles ni destino!

¡Amagos del infierno! ¡Promesas del Paraíso!
sólo es cierta una cosa -que nuestra vida vuela!
Sólo es cierta una cosa, -lo demás falso viso-:

«La flor que un día abriera, por siempre se deshizo»