El maridaje de hoy se hizo esperar pero viene con la fuerza de un ejército. Mucha potencia, historia, tradición y determinación se juntan en esta combinación. Una vez escuché decir que la uva Cabernet Sauvignon era como un caballo de batalla, resistente, fidedigna. Dentro de los cientos de vinos disponibles en el mercado, tuve la suerte de probar el Cuna de Piedra Cabernet Sauvignon 2008 de la bodega Los Cerros de San Juan. El libro que lo acompaña, destacándose y mejorando las sensaciones vertidas en cada copa, es El Arte de la Guerra de Sun-Tzu. Comencemos a ahondar en cada uno, Los Cerros de San Juan es una bodega de mediados del siglo XIX ubicada en el departamento de Colonia. Su ubicación y sus suelos le brindan mucha personalidad a la fruta. La brisa que viene desde el estuario refresca las vides, las cuales sacan mucho provecho de los pisos pedregosos y con gran amplitud térmica. El Arte de la Guerra es el tratado sobre estrategia más famoso del mundo, a pesar de haber sido escrito en el siglo IV A.C. su vigencia lo convirtió en un libro de culto en el ámbito empresarial. Varias películas situadas en Wall Street se han basado en algunos de los principios que aparecen en el libro. En lo particular cuento con un ejemplar de Ediciones Obelisco absolutamente recomendable.
El nombre Cuna de Piedra es utilizado para tres vinos monovarietales de la bodega (Chardonnay, Tannat y Cabernet Sauvignon). Evoca a determinadas características de la bodega donde nace el vino y crece en madera y botella (mínimo 30 meses entre ambos).
Con respecto a las características en común entre el libro y el vino elegidos, se amplían al libro y la industria vitivinícola en general (como indiqué antes, este libro se estudia a niveles empresariales). Entre las hojas del libro aparecen continuamente vetas filosóficas orientales, abocadas a buscar la perfección en la batalla, logrando una victoria que va mucho más allá que el resultado en sí mismo. Por ello, en un momento encontramos que a la hora de explicar las diferentes posibilidades que surgen en un combate, Sun-Tzu utiliza la gama de sabores existentes para darse a entender “No hay más que cinco gustos cardinales (agrio, ácido, salado, dulce y amargo) y, sin embargo, sus combinaciones producen más sabores de los que se pueden probar”. Si bien como hemos visto, el sabor salado no tiene cabida en los vinos, el resto se combina de forma armónica para dar una personalidad diferente a cada botella. En el Cuna de Piedra C. S. 2008 los sabores están perfectamente ensamblados. Los taninos están claramente presentes pero atenuados por la madurez del vino. Su final de boca es prolongado, permitiendo descubrir nuevos sabores en la fase retro nasal.
Siguiendo por la misma línea comentando que “No hay más que cinco colores elementales (azul, amarillo, rojo, blanco y negro) y, sin embargo, sus combinaciones producen más tonalidades de las que se pueden ver”. En este caso encontramos uno de los colores mencionados por el autor, ya que este vino se presenta en la copa con un rojo intenso, oscuro, con ribetes guindos en los bordes, lo que indica que se encuentra en un gran momento para su consumo, pero que se lo podrá esperar para disfrutarlo aún más cuando llegue a su esplendor. Su presentación se destaca por su botella oscura, generando un misterio por lo que vendrá que es gratamente develado desde el primer sorbo.
“Sun-Tzu dijo: aquel que llegue primero al campo de batalla y espere la llegada del enemigo, estará fresco para la lucha; aquel que llegue segundo al campo de batalla y tenga que apresurarse para aprestarse a la batalla, llegará a ésta exhausto.” Quitando la dureza de las palabras enemigo y batalla, la comparación trasciende el vino y va directo a la bodega. Los Cerros de San Juan fue una de las primeras bodegas del Uruguay y la primera en utilizar sistemas de control de temperatura de fermentación, a través del bombeo de agua fría proveniente de la lluvia. Es más, es la primera de este tipo que registra la historia vitivinícola mundial. Además, su bodega fue construida de forma subterránea para asegurar una temperatura y humedad continuas.

“No podremos aprovechar las ventajas naturales, a menos que utilicemos a los guías locales” Los Cerros de San Juan alberga en su predio a un pueblo que ya tiene varias generaciones, las cuales se abocan a trabajar en la bodega, logrando así una sinergia entre la empresa, su gente y el entorno. Los bodegueros nacieron allí y conocen cada secreto del terreno, sus viñedos y sus frutos. Todo ello desemboca en la botella, logrando un vino redondeado.
Otro principio del autor es que “No podemos establecer alianzas hasta conocer los designios de nuestros vecinos”. A pesar de la evidente aplicabilidad en cualquier ámbito empresarial, mi comentario se remitirá a la industria del vino. Para lograr que el vino uruguayo crezca y se haga un lugar entre los grandes del mundo, hay que comprender que la competencia termina en el aeropuerto. Cada vino que triunfa en el exterior, permite que toda la industria pueda acercarse. Los resultados de la colaboración, la humildad y el trabajo duro nos fueron demostrados hace poco a todos los uruguayos. Cada vino nacional en sí mismo tiene la capacidad de llegar muy lejos (el anterior maridaje habla de un vino presente en la carta de los más prestigiosos restoranes europeos), pero esa capacidad será supeditada con la ayuda de todas los actores.
“Prohíbe la búsqueda de presagios y elimina las dudas supersticiosas. Entonces, no tendrás necesidad de temer ninguna calamidad…” Justamente, cuando está todo para que las cosas salgan bien, se traducen en el producto, y la suerte poco tiene que ver, a pesar de la gran influencia del clima en esta industria. Si a una gran materia prima, una gran vendimia luego de un espectacular verano, se la deja en manos inexpertas, el producto carecerá de todo eso que podría tener.
Llegando casi al final del libro, encontramos un dicho trasmitido por el autor que en definitiva termina siendo un gran resumen. “El gobernante ilustrado traza sus planes con mucha antelación; el buen general cultiva sus recursos” Y ambos tienen cabida detrás de esta etiqueta.
Faltó aclarar el origen del nombre Cuna de Piedra. El mismo evoca las características del viñedo donde maduran las uvas y la bodega donde nace el vino. Las uvas de estos vinos crecen en suelo pedregoso propio de reconocidas regiones vitícolas del mundo. La bodega que los alberga para su crianza fue construida en la segunda mitad del siglo XIX. Está construida en piedra en la modalidad subterránea por lo cual ofrece temperatura y humedad idóneas por su nivel y constancia para la crianza prolongada en madera y botella. Estas condiciones ideales para la crianza son las requeridas para el diseño de los vinos “Cuna de Piedra”.
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