
Hoy cruzaremos el río y tomaremos un libro y un vino de nuestro país vecino para continuar. El libro es un compilado de columnas periodísticas del diario La Nación escritas por Mex Urtizberea. Además de tener una distinguida carrera como columnista, trabajó, entre tantos programas, en Cha Cha Cha. El nombre del libro es “Malas Palabras. Setenta columnas y ninguna flor” de Editorial Sudamericana y en sus doscientas y algo de páginas trasmite una visión muy particular acerca de hechos de la realidad. Asuntos políticos, culturales, hogareños, sentimentales y tantos más se tratan con humor y con bastante crítica, incluso acerca de la idiosincrasia argentina.
La gran mayoría de estas columnas se cuela en nosotros y al final (al menos en mi caso), nos hace estar de acuerdo en muchas. Es muy fácil hacer una columna crítica en realidad, lo difícil, y en este libro se logra, es hacerla con contenido y con un mensaje, y no un mero instinto de destrucción (como casi todas las críticas todo el tiempo). Tal vez la elección haya complejizado este maridaje, ya que no es un libro que hable de una sola cosa, sino de muchas. Pero esa dificultad es parte de la relación entre ambos elementos.
Vayamos al vino. Para empezar debía ser un vino con cierta complejidad, pero que no necesitara de nosotros como expertos. Un vino difícil de realizar, pero que cuando se logra nos enfrentamos al resultado de una de las cepas más nobles. Se trata del Syrah Reserva 2009 de Terrazas de los Andes. En la copa se presenta con un púrpura brillante muy vivo, generando una sana expectativa que será pronto colmada y hasta superada. De igual forma, Malas Palabras se muestra en sus primeras páginas salido de una pluma inteligente, ácida y sobre todo humana.
Un vino así o un libro así, al igual que cualquier otra empresa que nos propongamos, solo puede tener éxito si se ama lo que se hace. La elaboración de este Syrah, en la que no ahondaré pero dista de ser sencilla, es propia de gente que hace lo que le gusta, y como le gusta. Completar un libro como este es igual, de una persona que desea compartir lo que tiene para decir acerca de la política, la sociedad, la cultura y hasta el amor. En este último ítem se basa la tercera columna, “El lector romántico”, en que podemos encontrar seis miradas acerca del amor, historias reales o ficticias, poco importa, pero conteniendo una frase que se aplica al amor romántico, al amor por lo que se hace, y al amor por los demás: “A no economizar el amor, a no guardarlo, que de poco nos va a servir no haberlo dado cuando estemos bajo tierra.”
Al acercarlo a la nariz se presenta complejo e intenso, al igual que la cotidianeidad que Mex intenta describir en sus columnas. Los aromas del Syrah Reserva nos llevan inmediatamente a la naturaleza, con matices florales y cítricos. Una naturaleza cada vez más diezmada y denunciada en “El lector contaminado”, donde se critica la actitud tan nuestra y tan actual de estar atentos a un montón de cosas menos a lo realmente importante. “Tanto pensar en rodearnos de cosas, ¡que no queda tiempo para pensar en lo que nos rodea! [...] Tanto preocuparse cada uno por su mundo, ¡que el mundo, que es de todos, resulta no ser de nadie!”
En boca es suave, contrariamente a como se presentan las columnas en nuestra conciencia, en nuestra memoria, en nuestras experiencias. Es un vino joven que aún tiene mucho por dar, una juventud distinta a la que habla el libro en “El lector joven”, donde se hace un compendio de lo peligroso que es ser joven, para terminar diciendo: “Pero también es peligroso no ser joven cuando se es joven. Peligroso ceder ciegamente ante el miedo; querer prohibir todo lo que podría implicar algún riesgo; no respetar los deseos naturales que surgen cuando se ha comenzado a descubrir el mundo; no confiar en ellos; avasallar la libertad que necesita un joven para ser joven. Peligroso ser joven, y peligroso llegar a viejo sin haber sido joven. Y muy peligroso, finalmente, un país y un mundo que no cuidan a sus jóvenes; que no piensan en ellos más que como en consumidores […] Peligroso ser joven en los países que hacen envejecer los sueños de juventud. Peligroso un mundo de jóvenes con miedo.”
Para finalizar quiero transcribir algunos pasajes de la columna “El lector navideño II”, que sirven para cerrar este post y brindar por todo lo que viene, y lo que se ha aprendido. Sirve para tener buenos deseos, alejados tal vez del año nuevo, pero cercanos en lo que se quiere siempre para todos.
Brindemos.
Brindemos todo lo que podamos brindar.
Brindemos por brindar.
Brindémonos.
Que todo el mundo brinde lo mejor que tenga para brindar.
Que cada uno brinde su aporte.
Que el mundo brinde oportunidades.
Que los economistas brinden soluciones.
Que los comerciantes brinden mejores precios.
Que la escuela brinde herramientas que sirvan.
Que el fútbol brinde un espectáculo.
Que los políticos no brinden un espectáculo.
Que los horóscopos brinden buenas noticias en Amor.
…
Que los gobernantes se brinden a los ciudadanos.
Que las personas se brinden confianza.
Que los que se brindan por entero al prójimo sean festejados.
Que a nadie le falte un festejante con quien brindar.
Que el pasado nos brinde experiencia.
Que la experiencia no nos brinde sólo canas.
…
Que la familia brinde un lugar para ser feliz.
Que la vida nos brinde siempre otra oportunidad.
Que todo el mundo brinde.
Antes del brindis, después del brindis, brindemos un tiempo mejor.
Brindemos un futuro.
Brindemos mañana: que todas las Noches pueden ser Buenas si cada uno brinda al mundo lo mejor que tiene para brindar.
Nadie nos quita lo brindado.
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