lunes, 22 de noviembre de 2010

EL VINO QUE TOMABAN EN LA PULPERÍA DEL TATÚ

Comienzan los días de verano, y todos queremos estar en la costa disfrutando de unas merecidas vacaciones. El despeje absoluto es el objetivo de cualquier descanso, por eso elegí para este maridaje dos elementos que nos relajen y refresquen nuestro paladar y nuestra imaginación.

El libro que hoy adornará este maridaje es de un autor muy nuestro nacido en el departamento de Treinta y Tres. Entre tantas obras que realizó, elegí una en particular que rememora momentos de mi infancia. Me refiero a Las Aventuras de Juan el Zorro de Serafín J. García. Para quien jamás lo haya leído, le recomiendo tomar como excusa algún sobrino o ahijado pequeño para poder tomar contacto con esta serie de fábulas en torno a un pícaro pero entrañable personaje. Es un ser simpático y muy hábil en todas sus empresas. Su alter ego, su enemigo es el tigre. Torpe, vanidoso, déspota con todos.

En el correr de las páginas aparecerán muchísimos animales de nuestra fauna autóctona, tanto mamíferos, aves y reptiles. Todos ellos simbolizan a alguien que conocemos. Está el Tatú codicioso, la Comadreja ladrona, el Loro lengua larga, el Perro milico, etcétera. Algunos ya deben estar dudando de la validez de utilizar una fábula, pero es un género literario de más de 2500 años con autores de la talla de Esopo.

Pero, ¿cuál es el vino que acompañará? Es una cepa poco desarrollada en Uruguay, pero que una bodega en particular lo logró hacer muy bien hace más de 60 años. Un reciente cambio en la imagen hace que hoy esté escribiendo un maridaje que surgió por sí mismo. Me refiero al Riesling Cuna de Los Cerros de San Juan (antiguo San Juan Riesling). ¿Por qué es tan evidente el maridaje? Porque desde hace unos meses, la bodega tiene una línea de seis vinos varietales en los que, desde sus etiquetas, seis aves autóctonas distintas nos observan. Quien engalana la botella del Riesling Cuna es la Calandria, una de las más dulces melodías que podemos escuchar en nuestro país tanto en el campo abierto como en la pulpería a la que Juan el Zorro solía ir a tomar algunas cañas junto al resto de los animales del lugar.

Las Aventuras de Juan el Zorro se dividen en treinta pequeños cuentos, donde vamos conociendo al personaje y sus peripecias. Desde el comienzo Juan el Zorro se nos presenta como un ser aventurero que “cierto día decidió abandonar el pago natal y salir a correr mundo, en busca de horizontes más propicios”. Sin duda que aquellos primeros aventureros que trajeron esta cepa alemana a nuestro país sintieron algo muy parecido, y por suerte en ambos elementos de nuestro maridaje, el horizonte que alcanzaron está a nuestro alcance para disfrutarlo y brindar por ello.

Lo que cualquier gaucho que se aprecie de tal necesita para comenzar sus aventuras es un buen compañero de ruta. Para ello Juan el Zorro recurre a su ingenuo pero cálido amigo como es el Ñandú, de igual forma, este Riesling se acompaña de gran forma con los días que están por venir, buen compañero de la playa y la brisa del mar. Su sabor es propio del verano y la naturaleza, a frutas blancas y vegetales. Tiene un toque de acidez que nos deja una sonrisa, como la picardía tras la mirada de Juan el Zorro. La paleta de colores está tomada de las postales de nuestra campaña, con un tono muy limpio con aristas verdosas.

Es un vino que seguramente cautivará a muchos, aunque más de un Tigre soberbio lo rechace por ser un vino blanco, pero no tardará en aparecer un Zorro que lo descubra sin miedo y luego sea envidiado en silencio por el terco felino.

Esta línea de vinos es un homenaje a la naturaleza, la misma que sirvió de inspiración a Serafín J. García para que pusiera al frente de una pulpería a un viejo Tatú, y en sus mesas a un Carpincho veterano y un Carancho presumido. Un Tigre Overo y un León Bayo como candidatos políticos de la región, en una elección donde comienza la relación entre Juan el Zorro y el Tigre. Este último, ávido de votos toma en sus brazos a Juan como su ahijado (una tramoya del zorro) con tal de obtener dos papeletas más en los comicios, pero como toda voluntad que se quiere comprar, se puede dar vuelta en un instante. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

Es interesante observar que es tal el respeto del autor por la fauna autóctona que todos los animales están escritos con mayúscula en el libro.

Debemos esperar mucho para encontrar la Calandria en el libro, e incluso cuando aparece, lo hace humildemente mientras observa una payada que llevan adelante dos Zorzales. Esa actitud se repite al servir el vino en la copa y probarlo, sintiendo que a pesar de ser un vino seco, es tan disfrutable que pide con un melódico canto volver a probarlo. Seguramente Juan el Zorro hubiera cambiado la grapa por este vino, siempre y cuando lo hubiera podido conseguir gratis. Lo que no tenía de riquezas lo tenía de habilidad para desarrollar tramoyas en las cuales alguien terminara invitándolo o directamente siendo robado por él. A pesar de todo, nunca robó a un animal inocente, y cada víctima lo fue de sí misma. De su codicia, su altanería, su egoísmo, su exacerbada curiosidad, etcétera. Por ejemplo en la primera visita de Juan el Zorro a la pulpería, cuando nota la codicia del Tatú, el cual en la puerta de su negocio tenía un cartel que rezaba:

“No dentre a esta pulpería
sin darse por enterao,
que si hay sol vende al contao
y si es de noche no fía”

Juan decide conseguir comida a costa del Tatú, y pone en su contra su propia avaricia, ya que es buena costumbre ayudar al estómago vacío de un gaucho andante. Lo engaña fácilmente y se libera de él pudiendo conseguir toda la comida y bebida que pudiera llevar.

Las mayores aventuras de Juan el Zorro se dan gracias a la complicidad de la soberbia del Tigre, quien odia a Juan no sólo porque continuamente lo deja en ridículo, sino por su inteligencia y habilidad, dos características que el felino desconoce. Es un personaje que todos nosotros podemos reconocer en más de un conocido. Alguien que tiene dinero pero cero encanto ni talento, que sólo su status lo hace compañero de alimañas arrastradas y traicioneras, como el Cuervo, el primero en aparecer cuando hay que festejar tontas ocurrencias pero el primero también en desaparecer cuando el bolsillo se cierra. El Tigre durante varios capítulos lucha e intenta atrapar a Juan, luego de haber sido engañado por éste, pero cada vez obtiene un peor resultado. Su sentido común es mínimo, por lo que sigue cayendo capítulo tras capítulo en los engaños de Juan.

En el capítulo en que aparece la Calandria, el Tigre es ridiculizado en una payada mano a mano con Juan en la pulpería del Tatú (quien ya perdonó a Juan por la lección tan clara que le brindó). El Tigre, que ahora trataba de que su venganza no fuera física, sino más bien sicológica como la mayoría de los castigos de los que fue víctima por parte de Juan, creyó ser capaz de ridiculizarlo mediante una payada ante un auditorio compuesto por integrantes de la misma orquesta que tocó en el cumpleaños de la Comadreja: “el Cardenal, el Jilguero, la Calandria, el Grillo, el Boyero, la Chicharra, la Rana, el Mangangá, y otros muchos cantores y músicos de diferente categoría”. El Tigre con tono arrogante comenzó diciendo:

Si hasta el Sabiá cierra el pico
cuando me pongo a cantar,
y no da ni pa empezar
conmigo ningún Boyero,
no será un Zorro guasquero
el que me gane a payar.


Juan el Zorro, irónico como siempre y muy ingenioso le contestó rápidamente:

No bastan las uñas largas
pa ser un güen guitarrero,
ni basta nacer overo
pa ser Tigre de verdá.
Tiene más plumas el Chajá,
pero es más pájaro el Tero
.”

El Tigre, indignado y borracho se lanzó con todo:

Decíme, si sos tan léido,
por qué razón Tata Dios
habiendo dao cola al Chancho
hizo al Carpincho rabón
”.

Juan sonrió sabiendo que comenzaba a ganar la batalla, y tiró sin demorar:

Dios hizo al Chancho de barro
y después que se secó
lo revolió de la cola
y a un pantano lo tiró.

Mandinga quiso imitarlo
pero como era chambón
al revoliar su cochino
la cola se reventó.

Cuadró que por ayí cerca
corría un arroyo cantor.
El bicho jue a parar al agua…
y así el Carpincho nació.


Juan estaba extasiado por su victoria, pero aburrido por lo fácil que resultaba, así que decidió terminarla con los siguientes versos que sirven tanto para su oponente de payada, como para ese Tigre conocido que todos tenemos. El maridaje de hoy termina por aquí, con unos versos que van dedicados a quien le quepa el poncho.

Tata Dios cuando nos hizo,
nos dio un arma a cada cual
pa defender el pellejo
cuando nos viésemos mal.

Al burro, juerza en las patas,
al Venao, la agilidá
guampas filosas al Toro
y lanceta al Mangangá.

Pero hay uno entre nosotros
-sin duda el más animal-,
que porque tiene dinero
cré tener habilidá,
como si eso juera cosa
que se pudiera comprar.
Si usté me dice su nombre
yo me entregó. ¡Ni qué hablar!




1 comentario:

  1. Que buen maridaje y mejor aun el nexo. La calandria. El vino creo que lo probe, ahora sin dudas el libro es uno de esos que no se canjea ni se vende, es de esos (autores y libros) que hay que tener en la biblioteca a la espera de la vista curiosa de una nueva generacion. muy bueno

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