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En el año 1899 nació en Estados Unidos uno de los cuentistas y novelistas más importantes y emblemáticos de ese país y de toda la literatura anglosajona.
Ernest Hemingway, autor de El Viejo y El Mar, un breve relato que le significó ganar el premio Pulitzer en el año 1953 demuestra en su prosa ser un amante de diversas artes como la música y de pequeños placeres como la pesca y el vino.
En la obra Muerte en la Tarde de 1932 escribe unas cuantas líneas acerca del vino que me gustaría compartir con todos ustedes. Nace de una comparación con las corridas de toros (similitud con la cual hoy, casi ochenta años después y con una gran dosis de atrevimiento no comparto, pero invito a leer), pero a pesar de lo poco feliz de la comparación (insisto, a mi entender) merece ser mencionada por su forma de ver el entrenamiento de los sentidos y del alma.
"desde la primera corrida a que se vaya, el espectador sabrá si le gustan o no los toros, siempre que haya acudido con espítritu libre, dispuesto a sentir únicamente lo que siente en realidad y no lo que cree que debe sentir. Puede suceder que no le gusten en modo alguno, sea la corrida buena o mala, y ninguna razón tendrá fuerza para él frente al convencimiento de que las corridas de toros son moralmente malas. Es lo que ocurre a las personas que se niegan a beber vino, aunque saben que podría proporcionarles placer, porque creen que no está bien beber.
...el vino es una de las cosas más civilizadas del mundo y uno de los productos de la Naturaleza que han sido elevados a un nivel mayor de perfección. Entre todos los placeres puramente sensoriales que pueden pagarse con dinero, el que proporciona el vino, el placer de saborearlo y el placer de apreciarlo, ocupa quizás el grado más alto. El conocimiento del vino y la educación del paladar pueden ser fuente de grandes alegrías durante una vida entera. El paladar, al educarse, aprecia cada vez mejor y el deleite de saborear y conocer un vino no deja de aumentar, aunque los riñones se debiliten, el dedo gordo del pie nos duela y las articulaciones de los dedos se hagan rígidas hasta el punto que, habiendo llegado a su colmo el amor al vino, nos lo prohíban definitivamente.
De la misma manera, el ojo no es en principio más que un instrumento sano; pero luego, aunque pierda fuerza, se debilite y se gaste por el exceso de uso, es capaz de transmitir al cerebro placeres cada vez mayores, gracias al conocimiento y a la habilidad para ver que fue adquiriendo. Nuestro cuerpo se gasta de una manera o de otra hasta el momento que morimos, y yo prefiero tener un paladar que me proporcione el placer de gozar enteramente de un Cháteau-Margaux o de un Haut Brion, aunque los excesos debido a mi aprendizaje m,e hayan proporcionado un hígado que me prohibe el Richebourg, el Cortón o el Chambetin (Chambertin), antes que tener el intestino de uralita de mi juventud, cuando todos los vinos tintos me parecían amargos... El punto importante, sin duda, es evitar verse forzado a renunciar al vino...
"desde la primera corrida a que se vaya, el espectador sabrá si le gustan o no los toros, siempre que haya acudido con espítritu libre, dispuesto a sentir únicamente lo que siente en realidad y no lo que cree que debe sentir. Puede suceder que no le gusten en modo alguno, sea la corrida buena o mala, y ninguna razón tendrá fuerza para él frente al convencimiento de que las corridas de toros son moralmente malas. Es lo que ocurre a las personas que se niegan a beber vino, aunque saben que podría proporcionarles placer, porque creen que no está bien beber.
...el vino es una de las cosas más civilizadas del mundo y uno de los productos de la Naturaleza que han sido elevados a un nivel mayor de perfección. Entre todos los placeres puramente sensoriales que pueden pagarse con dinero, el que proporciona el vino, el placer de saborearlo y el placer de apreciarlo, ocupa quizás el grado más alto. El conocimiento del vino y la educación del paladar pueden ser fuente de grandes alegrías durante una vida entera. El paladar, al educarse, aprecia cada vez mejor y el deleite de saborear y conocer un vino no deja de aumentar, aunque los riñones se debiliten, el dedo gordo del pie nos duela y las articulaciones de los dedos se hagan rígidas hasta el punto que, habiendo llegado a su colmo el amor al vino, nos lo prohíban definitivamente.
De la misma manera, el ojo no es en principio más que un instrumento sano; pero luego, aunque pierda fuerza, se debilite y se gaste por el exceso de uso, es capaz de transmitir al cerebro placeres cada vez mayores, gracias al conocimiento y a la habilidad para ver que fue adquiriendo. Nuestro cuerpo se gasta de una manera o de otra hasta el momento que morimos, y yo prefiero tener un paladar que me proporcione el placer de gozar enteramente de un Cháteau-Margaux o de un Haut Brion, aunque los excesos debido a mi aprendizaje m,e hayan proporcionado un hígado que me prohibe el Richebourg, el Cortón o el Chambetin (Chambertin), antes que tener el intestino de uralita de mi juventud, cuando todos los vinos tintos me parecían amargos... El punto importante, sin duda, es evitar verse forzado a renunciar al vino...
[...] Una persona que bebe, no que degusta o saborea, sino que bebe vino por primera vez, aunque no se preocupe de ello ni sea capaz de saborear el vino, sabrá inmediatamente si le gusta o no y si es bueno para ello o no. En materia de vinos, la mayoría de las gentes prefiere al principio los dulces y los vinos espumosos, como el champaña, no demasiado seco, y el Borgoña espumoso, por su parte pintoresca; pero más tarde los cambiaría todos por un vino ligero, lleno y suave, uno de los vinos del Medoc, aunque se presente en una botella corriente, sin etiqueta, sin polvo ni telas de araña y aunque de pintoresco no tenga más que su honesta delicadeza, la ligereza de su sabor en la lengua, la frescura que deja en la boca y la entonación que deja en el cuerpo cuando se ha bebido."
Creo y repito que a pesar de la comparación, la cual se podría omitir, lo notable de este extracto es la forma de ver y vivir el vino. A pesar de este aparente amor por los pequeños placeres que brinda la vida, el 2 de julio de 1961 Hemingway perdió la vida por un disparo en su cabeza en circunstancias no esclarecidas, ya que aún no se sabe si se trató de un accidente o un suicidio. Por ello, un adelantado y humilde homenaje.
Creo y repito que a pesar de la comparación, la cual se podría omitir, lo notable de este extracto es la forma de ver y vivir el vino. A pesar de este aparente amor por los pequeños placeres que brinda la vida, el 2 de julio de 1961 Hemingway perdió la vida por un disparo en su cabeza en circunstancias no esclarecidas, ya que aún no se sabe si se trató de un accidente o un suicidio. Por ello, un adelantado y humilde homenaje.
Espero les haya gustado, me pareció interesante bucear en este vasto mar que se halla bajo la superficie del vino y sus alrededores. Además, para no atosigar contínuamente con maridajes, creo que está bueno, para quienes leen y para mí mechar pequeñas joyitas que se encuentran por allí. Nos veremos en pocos días, y muchas gracias a quienes con sus palabras de aliento, me invitan a seguir con esto.
En caso que a alguien le interese conseguir el libro al que hice referencia, es decir Muerte en la Tarde, se puede descargar de forma gratuita y legal en formato PDF aquí.
un verdadero gran hombre, no se privo de nada ni siquiera de terminar cuando quiso. de lectura imprescindible y obligada
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